Comercio ambulante, un problema que crece

Empiezan con un pequeño espacio en las aceras, luego de muchos años generan derechos y no se les puede quitar
  • La apropiación de las calles y espacios públicos cada vez es mayor

Por: Miguel Ángel Ocaña Reyes

Fotografías: Alejandro Carreño Palomera

La invasión y apropiamiento de diversos espacios públicos en la ciudad es cada vez más notable, y al parecer un problema que se tolera sin tomar en cuenta que conforme pase el tiempo se convertirá en una bola de nieve que será muy difícil de controlar.

Paradas de camiones, estacionamientos, esquinas, aceras, instituciones públicas e incluso terrenos baldíos, son lugares perfectos para ejercer el ambulantaje, primero con una mesa, una charola en la mano, incluso a veces con un triciclo o un vehículo, después, con estructuras que se fijan al suelo y que se convierten en puestos fijos que ya no es posible quitar de la vía pública.

Esta situación de ambulantaje en las calles es cada vez más notable y caótica, y al parecer no preocupa ni a la cámara de comercio ni a la restaurantera, pues no se escuchan voces de protesta ante este fenómeno que no se ha controlado con mano dura para evitar un deterioro en la imagen de un destino turístico que se presume entre los primeros de la República Mexicana.

El gran problema con el ambulantaje es que conforme pasa el tiempo, los comerciantes se reúsan a abandonar los espacios que consideran suyos, ganan terreno, se organizan convirtiéndose en una mafia que después se convierte en capital político para políticos deshonestos que aprovechan la situación para ganar adeptos a su partido.

Con el paso del tiempo, el ambulantaje se convierte en una gran telaraña, que, aunado a la corrupción, es imposible de parar, hay ejemplos muy claros en la ciudad de México o Guadalajara, donde la autoridad no ha podido controlarla por todo el entramado de intereses que existe a su alrededor.

Y es que el ambulantaje además de no pagar impuestos, generan basura, tráfico, inseguridad y son factor de descomposición social, que, en ese sentido, merma la calidad de vida de los ciudadanos, y en Puerto Vallarta es un foco rojo que se debe atender.

Y si bien en la franja turística hay un mayor control, el cual no es total, en las colonias populares es abundante el ambulantaje, hay muchos casos en los que los vendedores ambulantes se han adueñado de las calles, es el caso de la calle Universo en la colonia La Aurora, un corredor en el que los puestos semifijos se han impuesto sin que la autoridad recupere esos espacios para los ciudadanos. En El Pitillal, en la calle 24 de Febrero entre Exiquio Corona y Genaro Padilla, la acera está totalmente invadida por los comerciantes obligando a los peatones a caminar por el arroyo vehicular. En la parada de camiones de la tienda departamental Walmart, e incluso en el estacionamiento es un lugar en el que la anarquía poco a poco gana terreno.

Controlar el ambulantaje es una cuestión de legalidad, los ciudadanos de Puerto Vallarta merecen una ciudad con calidad de vida, limpia, segura, ordenada, en la que se respeten los reglamentos, y se corrijan los errores en pro del bienestar general, y no sólo de algunos cuantos.