Días perfectos

La ciudad imaginada / Dr. José Alfonso Baños Francia

La película es una propuesta refrescante para revalorar la importancia de las pequeñas tareas

La película “Días Perfectos” se centra en la vida de Hirayama, un limpiador de baños públicos en Tokio. Dirigida por el célebre realizador Wim Wenders, el filme participó en los premios Óscar dentro de la categoría de mejor película extranjera al ser una producción nipona y teutona.

La trama es muy sencilla: Hirayama tiene la poco envidiable tarea de dejar impecables los sanitarios públicos en la capital japonesa, donde destaca la limpieza en todas las dimensiones. A pesar de que su actividad es considerada de bajo nivel, desempeña la tarea con orgullo, minuciosidad y precisión.

El protagonista parece contento con su vida sencilla, cotidiana y ordenada, invirtiendo el tiempo libre en su pasión por la música y los libros, leyendo a William Faulkner, Patricia Highsmith y los ensayos de Aya Kōda.

Tiene un pequeño jardín casero y es admirador de los árboles a los cuales toma fotografías en una antigua cámara de rollo que lleva a imprimir para seleccionar las impresiones de su agrado. Rutinariamente come un sándwich bajo la sombra arbolada en los terrenos de un templo e intercambia miradas furtivas con una mujer extraña que almuerza en un banco de enfrente.

Una noche Niko, la sobrina de Hirayama, aparece sin previo aviso, después de haber huido de la casa de su rica hermana Keiko. Niko se queda en su casa y lo acompaña al trabajo durante algunos días. Los dos fotografían los árboles del parque, van a los baños públicos y andan juntos en bicicleta. Durante ese tiempo, conversan sobre el tiempo y las peculiaridades del mundo, que se compone de muchos fragmentos a pesar de que, en ocasiones, no se conectan unos con otros. Así, le expone que el mundo de su hermana Keiko (mamá de Niko) es distinto al suyo y dejaron de estar conectados, pero no por ello han dejado de quererse. Finalmente, Keiko viene a recoger a Niko en un coche con chófer y no puede dar crédito a que su hermano sea un modesto limpiador de baños públicos.

La película es una propuesta refrescante para revalorar la importancia de las pequeñas tareas, en un mundo donde el “éxito” parece depositado en quienes acumulan la mayor cantidad de poder, dinero o placer, pero que, en caso de obtenerlo, no alcanzan la anhelada satisfacción que promete la dimensión material. Además, nos invita a pensar que el “lujo” puede radicar en tareas normales como tener tiempo y tranquilidad de espíritu para deleitarse de la naturaleza, música y literatura, independientemente del rol social de las actividades que desempeñamos.

Basta observar las aspiraciones de la sociedad contemporánea para comprobar que la sencillez y moderación no parece una opción atractiva, y en vez de ello, desgastamos tiempo y energía en acumular, presumir y atesorar objetos y experiencias en un plano egoísta.  

Los días perfectos pueden ocurrir en el presente y con las tareas que nos han sido encomendadas, ya sean grandes o pequeñas, buscando modelar mejores ambientes para el desarrollo pleno del ser humano.