Por qué somos como somos

Montar un altar de muertos, no es, sin embargo, un alarde de falso amor, es un sentimiento leal; una creencia firme

Por: Héctor Pérez García

Uno acude al cine a disfrutar de una película; a gozar en familia, a estar en otros lugares sin tener que estar. También, a admirar a su actor o actriz favorita; a hacer realidad un sueño aunque sea por un ratito. Uno va al cine por muchas razones, pero casi nunca va uno al cine a llorar.

En el cine, al que va uno atraído por los actores o por el título, casi nunca muerde uno el anzuelo para acudir atraído por un título tan desaborido como COCO.  Pero he aquí, que ¡Coco nos hace llorar!

 

Un espejo de nosotros mismos

Coco, la película, ofrece al público muchas sorpresas, sin embargo, el espectador no llora para hacerle el juego a la comedia, pues resulta que no es tal. La trama es un infortunio. Una desgracia de introspección personal. La  trama es un gigantesco espejo en el cual el espectador se ve a sí mismo; a su familia, a sus ancestros y sobre todo a sus abuelas.

El infortunio es que el mensaje nos atemoriza; ¿estaremos dejando de ser nosotros mismos?, ¿nos estaremos quedando en huesos al perder nuestra identidad?, ¿a dónde irán nuestras preciadas tradiciones? Y entonces uno llora. El espectador se acongoja ante la pequeñez de una realidad posible.

 

México y su riqueza

México, siendo un país insólito, es una nación diversa; es decir, existen muchos Méxicos. Pero entre todos, sólo uno, aquel que afortunado ha heredado las tradiciones ancestrales y las conserva, las respeta y las practica. Es el México que no sólo festeja, sino que cree, siente, sufre y goza el Día de Muertos.  El que con tiempo hurga en baúles y desvanes en busca de las pertenencias que fueron  de los que se han ido. El que con amor abre los sobres ajados para sacar las viejas fotografías de los antepasados.

Son las familias que hacen a un lado las influencias ajenas con olor a lucro y disfraz de bruja, y acuden en cambio al mercado a buscar el cempasúchil, flor de muerto de a de veras, infaltable en el altar familiar que honrará, como cada año, a los ancestros.

 

Tradición

Montar un altar de muertos, no es, sin embargo, un alarde de falso amor, es un sentimiento leal; una creencia firme, en que si los vivos no van al encuentro de sus muertos, éstos morirán por segunda y última vez, e irán con todo y huesos a un mundo más hostil a preguntarse si valió la pena morir.

Y sin embargo, un Altar de Muertos que se respete debe contener en la cúspide, la fotografía de al menos los tatarabuelos, es decir, al menos cinco generaciones familiares. Al pie del monumento los objetos personales, y por los días que dure la adoración: los alimentos preferidos de los homenajeados. El mero día, sin embargo, toda la familia sin excepción alguna, so pena de enfrentarse con la chancla de la abuela, debe acudir a compartir los alimentos a la tumba o tumbas, en el camposanto. La noche del primero al dos de noviembre, la mera noche del  mero día, debe pasarse en compañía de sus muertos.

Esa es la tradición mexicana del Día de Muertos, misma que se ajusta a las circunstancias de cada región, y desde luego a las circunstancias de cada familia. Cuenta el espíritu, la intención y la fe. El sincretismo de una religión que nos enseña que los muertos van al cielo o al infierno para esperar el día del juicio final  y vivir la vida eterna, y la creencia ancestral de los pueblos originarios que creen que sus muertos viven mientras los recordemos. El legado de los pueblos originarios es que los muertos son el espíritu que mantiene unida a la familia.

 

México y sus valores

El otro mensaje que nos deja Coco, la tatarabuela de la película, es que debemos creer en los valores de la familia por encima de cualquier otro interés. Vivir en familia es un arte, una bendición que se está perdiendo. No existe nada más allá de una familia unida en la fe en sí mismos, en el respeto a los mayores y el amor a su terruño, a sus costumbres y tradiciones. El triunfalismo profesional o económico es incompleto si se adquiere fuera de la familia.  No hay riqueza alguna que pueda pagar una comida con la familia alrededor de la mesa, lugar único para comulgar, descubrirse y descubrir las fuerzas y debilidades humanas. Lugar donde se aprenden los valores; donde se perdona y se pide perdón, donde se ríe y se llora juntos. Donde se comparte mucho más que el pan de cada día, pues alrededor de la mesa se comparte uno mismo, como se comparte Dios al comulgar en su iglesia.

Habremos de ser lo que nos deparen nuestras habilidades y competencia, lo que encontremos en las oportunidades de la vida, pero jamás debiéramos ceder por ello a la familia; a los abuelos, a los padres, a los hijos y a los nietos. So pena de que algún día estemos ausentes en el Altar del Día de Muertos.

 

Tradición y familia

Tradiciones y familia son los mensajes que hemos encontrado en la película Coco. La aprensión a perder ambos valores es lo que nos hace llorar.

Festejemos juntos, en familia: la epifanía o Día de Reyes, con los regalos para los pequeños y la Rosca Tradicional. La Candelaria con los deliciosos tamales, la Bendición de los animalitos el 17 de enero. El Carnaval previo a la Cuaresma con sus exquisitos platillos y la reflexión de la Semana Santa anticipada del Miércoles de ceniza terminada con el Sábado de Gloria, todo endulzado con buñuelos y empanadas. El jueves de Corpus, La Fiesta de la Santa Cruz el tres de Mayo junto con los albañiles. Las nueve Posadas con sus pastorelas cantadas, velas encendidas,  ponches y solicitud de posada.

No olvidemos el nacimiento montado en la sala de la casa, con las figuras centrales de José, María y el niño Jesús. Acompañada la familia por bueyes y burros. Sin que falte la estrella que guía a los Santos Reyes.  Las cenas familiares con bacalao, guajolote al horno y romeritos con mole. La Misa de Gallo  y la alegría de estar juntos.

No hay pueblo en México que no festeje a su santo patrón o patrona, muchos con apellido indígena pero todos con espíritu de fiesta: fuegos artificiales, procesiones, día del ausente  y convites con música y comida.

México es muy grande, es muy rico, y su riqueza es su gente, sus familias y sus tradiciones. Lloremos si queremos pero antes a reír y festejar que la muerte es parte de la vida.

Sibarita01@gmail.com

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