Lección 101

De manera individual y colectiva, los patrones de conducta no varían ni un ápice

Marisú Ramírez

Letras Sahumerias

Dicen por ahí que, si una persona cambia, es sólo por tres razones: aprendió demasiado, sufrió suficiente, o se cansó de cometer los mismos errores.

De manera individual y colectiva, los patrones de conducta no varían ni un ápice, no hemos aprendido lo suficiente, ni hemos sufrido demasiado, y en efecto, seguimos cometiendo los mismos errores sin comprender que nuestro futuro como humanidad es una consecuencia de las acciones de hoy, al parecer las lecciones aprendidas desde la prehistoria se repiten cual círculo vicioso de manera que no aprendemos.

Por ello, en el Artículo Mekong el Profr. Dr. Luong Minh Dang fundador de la Facultad de Energía Humana y Universal, aconseja aprender de una mala experiencia como una lección valiosa para evitar cometer los mismos errores.

De esta forma, el significado oculto de nuestra existencia bien podría ser: la gente es mala o somos malos de manera que no aprendemos. Pero la cuestión es, ¿aceptamos aprender de esas malas lecciones de vida o no? Sólo con la aceptación obtenemos la sabiduría para evolucionar, o permitir a las personas vinculadas por destino con nosotros y alcanzar la meta de convertirnos en un nuevo ser humano.

Máster Dang sostiene en sus sabias palabras, agradecer a todos los seres que nos aplican pruebas difíciles porque son seres elevados, quienes han vuelto de manera voluntaria a la tierra a cometer malas acciones y de esta manera aprender de ellas. Solamente así tendremos acceso a la enseñanza maestra, la lección de amor 101.

Esta lección podría traducirse en “ver más allá del bien-mal” para lograr derribar este difícil obstáculo psicológico, donde las lecciones más difíciles de superar como humanidad son en primer lugar las guerras, seguidas muy de cerca por las calamidades, las cuales a lo largo de la historia han quedado gravadas en la mente colectiva de manera sensible y crítica.

Por otra parte, la tendencia natural es: la gente quiere ser buena, aún si somos malos insistimos en que somos buenos. Sólo por poner un ejemplo, si le preguntásemos a Donald Trump si se considera una persona buena o mala ¿qué contestaría? Al respecto el Nobel de Literatura en 1949, William Faulkner menciona “Se puede confiar en las malas personas, no cambian jamás”.

Así mismo, Máster Dang sostiene: “sólo el hombre puede ayudar al hombre”, pero observamos el panorama internacional y lo único observado son amenazas, despliegues de poder, exhibición de poderío bélico, crímenes, competencia desleal, abusos, y muchas catástrofes naturales provocadas por la estupidez humana, todo ello sin contar con la más feroz de todas: la indiferencia.

Por ello, el reloj del Juicio Final de la Universidad de Chicago utiliza la analogía de la especie humana estando siempre «a minutos de la medianoche», donde la medianoche representa la «destrucción total y catastrófica» de la humanidad, —actualmente mide el grado de amenaza nuclear, ambiental y tecnológica para la Humanidad— es corregido periódicamente desde 1947. En el año 2017, el reloj se adelantó de tres minutos a dos minutos y medio, actualmente marca dos minutos para la medianoche.

Desde esta perspectiva analógica, la lección 101 de Máster Dang es realmente aplicar el “Amor de Dios” para minimizar el sufrimiento y carencias humanas, es preservar nuestro entorno físico y espiritual para calmar los terremotos y tormentas en la mente humana.

El reto es avanzar en un entorno turbulento en medio de severas crisis sociales al crear atmósferas pacíficas sin aislarnos de las necesidades y aconteceres mundiales, con nuestra innata búsqueda de vivir en ambientes saludables y cambiar nuestros hábitos nocivos, hablar menos y actuar más. El alma no come, no usa ropa, no tiene nombre, no tiene intereses, no siente emociones y no comete pecado, pero desgraciadamente nuestro cuerpo físico sí, y nuestros seres queridos también.

Para evitar el error que como humanos cometemos desde el pasado hasta ahora acerca del ego al manifestarlo en forma de egoísmo, codicia, odio y lujuria; y así, de forma más significativa cambiar el hábito de esperar ayuda de los demás, al de tratar de ayudarnos nosotros mismos y a los demás, al dejar de ser esclavos de las posesiones materiales, está es la principal característica de la “gente nueva” con verdadera libertad, misma que proviene de ayudar y amar a las personas de forma incondicional. De otra forma jamás podremos aprender la lección 101. masryram@msn.com