La Rotonda del Mar – Antecedente I

Voceros Incansables / Félix Fernando Baños

La Sala de los Magos, Alejandro Colunga, 1993 - Foto ffb 2012-

En 1993 se inauguró en Guadalajara “La Sala de los Magos”, de Alejandro Colunga Marín, la cual es el antecedente directo de “La Rotonda del Mar”, también obra suya, instalada en el Malecón vallartense en 1997.

Por razones de espacio, voy a dividir este artículo en dos entregas. Hoy va la primera.

“La Sala de los Magos” consta de cuatro asientos y una mesa, vaciados en bronce y patinados, unos en verde y otros en café, con toques de más colores. Se encuentran en la parte sur de la plaza del Hospicio Cabañas, sobre una plataforma circular de piedra volcánica apenas desbastada, a la que se asciende por dos escalones del mismo material. Doce cilindros de cantera, a modo de columnas incipientes, de talla ruda y altura no pareja, rodean la plataforma.

Los asientos de la “Sala de los Magos” están situados en los extremos de las coordenadas que dividen la plataforma, quedando la mesa en el centro.  En los extremos norte y sur hay dos amplios sofás, mientras que sillas individuales ocupan los extremos oriente y poniente.

En el sofá del extremo norte podrían sentarse cinco personas, si no estuvieran unos pantalones de bronce arrojados a la mitad, cuyas piernas parecen cobrar vida, pues entrecruzan en el suelo sus zapatos de payaso. Además, a la mitad del respaldo, veinte clavos sostienen el pecho desnudo de un individuo, en la porción que es posible ver si una camisa está abierta. Dicho individuo tuerce el cuello hacia la izquierda y sonríe grotescamente al levantar la cabeza rapada para mirar al firmamento tras su máscara de payaso. Detrás de él corona el sofá, en toda su longitud, un segmento circular sostenido por esbozos de aves y sirenas. Seis pies al frente, desnudos o calzados, sostienen el sofá por el frente, y otros tantos lo hacen por detrás.

El asiento de la silla del oriente empieza siendo la rozagante vestimenta talar de un personaje solemne, barbudo y enmascarado, de cráneo dolicocéfalo coronado con flores, con gola de cuero claveteado, que alarga desmesuradamente el respaldo que forma su cuerpo, arropado en una pesada capa de la que emerge la mano derecha para posarse sobre el vientre. Al calzado del pie derecho le falta la punta, por lo que se le ven los dedos de los pies.

Por la parte de atrás, sobresalen del manto catorce espinas vertebrales del personaje, el cual está sentado sobre tres ruedas, siendo la del medio la mayor.

La disposición de las esculturas de la Sala de los Magos alrededor de un círculo, es semejante a las que forman La Rotonda del Mar. El círculo exterior de trozos cilíndricos de cantera sirve de preámbulo o de eco, según se entre a La Sala de los Magos o se salga de ella, función desempeñada en La Rotonda del Mar por ocho niños de bronce estilizados.  En Guadalajara y en Puerto Vallarta los asientos son, al mismo tiempo, imposibles vivientes.