La medicina no es una ciencia, “es un arte” feliz Día del Médico

Sin dudarlo, la mayoría de los médicos que ejercemos con años de práctica, tenemos una historia que nos enorgullece platicar en las reuniones de la generación

Medicina Familiar

Marco Antonio Inda Caro

Médico de Familia

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Suena cursi, pero sí es un arte, he visto personas retorciéndose del dolor y en unos minutos, como si nada hubiera pasado, pero ¿qué es lo más asombroso que me ha tocado presenciar? Sin dudarlo, la mayoría de los médicos que ejercemos con años de práctica, tenemos una historia que nos enorgullece platicar en las reuniones de la generación, a la mayoría, si no es que a todos, nos han mentado la madre, nos han golpeado el escritorio e incluso nos han retado a golpes, sobre todo en instituciones publicas por negar un tramite que expone nuestro puesto laboral por beneficio personal del paciente (incapacidades por faltas injustificadas), pero una verdadera historia es lo que siempre y de forma orgullosa comparto.

Cuando hice mi servicio social en las faldas de la sierra madre occidental en 1997, cuando había paz entre los carteles, cuando las personas todavía veían al maestro, al cura y al medico del rancho con respeto, había un paciente de la 7ma década de la vida de nombre Fructuoso.

Don Fructuoso había sido abandonado por sus hijos al buscar una vida fuera de un pueblo de escasas 100 casas y de unas 1500 personas, alejado de la ciudad de Mazatlán a hora y media, rumbo al Espinazo del Diablo ahora por la vieja carretera, seguido de un pueblo llamado Chupaderos, de nombre Copala, Concordia, Sinaloa.

Sufría del corazón secundario a enfisema pulmonar de tanto que fumo en años, llegaba con datos francos de dificultad al respirar y pedía que le inyectaran en la vena o en la nalga un ámpula de furosemida porque le servía para que respirara mejor, y sí, en segundos este medicamento ya dentro de su cuerpo evidentemente le daba tranquilidad, respiraba sin agonía y a los pocos minutos se retiraba de la unidad médica.

En una ocasión uno de sus hijos que lo visitaban para ver al viejo, se acercó conmigo y preguntó ¿oiga y para que sirve ese medicamento?, ¿de veras le funciona a mi Apa? Ese medicamento es uno de los llamados diuréticos, he visto que funciona en el servicio de urgencias cuando llegan pacientes con insuficiencia cardiaca congestiva –(a mi escaso tiempo de haber salido de la escuela de medicina de la UAS, era poco mi experiencia) pero en su papá hace magia, porque a los minutos que se le termina de aplicar, el de estar tirado en la banqueta de la clínica (ya que llegaba con el ultimo suspiro), a los pocos minutos se levanta y como si nada se retiraba a su casa.

Era evidente ahora, que después logré comprender que Don Fructuoso estaba en abandono familiar, vivía en una casa con techo de palma y lamina de un solo cuarto, con paredes de bambú rellenos y pegados con lodo, por su ventana se veía dónde tenía un corral de ganado, donde alguna vez tenía algunas vacas, posterior a que su mujer se murió, él entro en depresión asociado a que también sus hijos se fueron del rancho a buscar otra oportunidad laboral en la etapa familiar del nido vacío. Él decía que se sentía morir, que de repente y de la nada sentía que le faltaba el aire y que otro médico que estaba antes le había atinado a aplicarle ese medicamento, él lo llamaba así a la furosemida, para él era milagrosa y le regresaba el resuello.

A los años que regresé al pueblo donde vi esa magia, y donde posterior a comprobar que la medicina era un arte, pregunté por Don Fructuoso, había muerto porque el médico que estaba en ese momento le negó el medicamento, argumentando que estaba mintiendo, murió en la banqueta de la clínica donde llegaba con el último suspiro.