La caída

Lo peor que nos puede ocurrir es quedarnos tirados lamentándonos; lo mejor es ponernos en las manos de Dios, y con grandes dosis de fuerza de voluntad, levantarnos

Consejos de una abuelita moderna

En las festividades del año pasado, olvidando las sabias palabras de Napoleón Bonaparte, por andar de prisa, en la forma más sencilla y fácil me caí, pero para levantarme… ¡Qué difícil fue a mi tercera edad!

Parecía una caricatura de risa, porque al principio lo intenté de varias maneras con resultados ¡realmente desastrosos y bastante cómicos!, y como no había quién me hiciera el favor de ayudarme, sólo tenía dos caminos: O levantarme; o quejarme del fuerte dolor que sentía quedándome tirada en el piso recién trapeado…

Respiré profundamente y esperé con mucha paciencia a que se mitigara el dolor haciendo mi control mental; comencé con una breve oración para tener tranquilidad en el momento difícil, y a enviar el dolor a diferentes partes del cuerpo, el cual tomó la fuerza suficiente para lograrlo.

Cuántas veces en la vida no hemos tenido fáciles caídas; ya sean causadas por distracción, por terribles accidentes o por acciones “maquiavélicas de esos famosos amigos”, que en realidad son enemigos…. ¡Sí!, aquellos que te inducen a: tomar (cosas ajenas), fumar, beber, drogarte, llegar a tener un sexo irresponsable, a apostar lo que no tienes, a tentar contra tu vida, o hasta matar a tu semejante… Y para lograr levantarte, después de un real arrepentimiento tardío ¡qué difícil resulta, con tanto daño que causado!

Pero en ésta enigmática vida lo peor que nos puede ocurrir es quedarnos tirados lamentándonos; lo mejor es ponernos en las manos de Dios, y con grandes dosis de fuerza de voluntad, levantarnos, vencer el mal, tratando de corregir nuestro curso y el de los afectados; buscando ese perdón tan necesario para lograr obtener la paz con uno mismo y nuestro entorno. Esa es la única fórmula para seguir viviendo feliz en éste maravilloso mundo tan vejado por casi todos sus contumaces habitantes…

Mi abuelita siempre me decía que en esta vida había que caminar con los pies de “plomo”, pero parecía… ¡que los tenía de gelatina!, porque siempre he sido muy distraída.

Recuerdo otra de mis espectaculares caídas, cuando era joven fui modelo y antes de salir de casa con la prisa, me resbalé y caí sentada en el piso con las piernas debajo de mi automóvil; mi primera reacción fue voltear para ver si nadie me había visto caer, porque era más grande mi vergüenza que mi dolor… Rápidamente me levanté para volver a cambiarme y dirigirme al evento. Fue el más doloroso, pero exitoso de mi vida; cuando terminé entre aplausos y felicitaciones por mi profesionalismo… ¡me di cuenta que tenía cuatro rodillas y dos grandes moretones en las piernas!, ¡caer es fácil, lo difícil fue levantarme y continuar con mis obligaciones!

Recuerda siempre el principio de la física: “Toda acción conlleva a una reacción”, y las sabias palabras de mi abuelita Ana: “En ésta vida siempre hay que caminar con pies de plomo”… Para evitar todo tipo de caídas y así no tener que avergonzarte, ni sufrir las consecuencias de tus terribles acciones el día de mañana, para que cuando llegues al final de tu camino puedas decir como Amado Nervo: ” Vida nada me debes, vida nada te debo, vida estamos en paz.”

¿Y tú has tenido alguna caída en tu vida?… Si es así, procura empezar a levantarte lo más pronto posible, para que inicies éste fabuloso año lleno de paz, felicidad y abundancia contigo mismo, tus semejantes, la naturaleza y el mundo entero que tanto necesita de tus acciones positivas.

Cariñosamente Ana I.