Desintoxicación permisiva

Este mes celebremos la vida, sin buscar culpables porque se pierde tiempo y no son tiempos para invertir en calamidades

Por: Carmina López Martínez

(arizbeth.lopez@univa.mx)

Inició el mes que invita a la reflexión, este es el momento oportuno para desintoxicarnos de pensamientos negativos y obsoletos.  

Mirar las páginas de los libros sin detenerse en los episodios críticos, limita las posibilidades para resolver problemas actuales. No se puede esperar un mundo de paz total cuando la ambición de grupos pequeños –pero poderosos- avanza con el permiso y la omisión de la minoría.

Decidir con seguridad no es sencillo, menos si no se tienen los elementos informativos necesarios para poder denominar hacia donde se debe ir. Por eso es necesario aclarar que almacenar datos nefastos no es lo mismo que analizarlos, si se llega a realizar lo segundo la reacción del cerebro humano evoluciona para lograr la solución de conflictos, esto resume la inteligencia. De lo contrario el retener datos sin cuestionar ni reflexionar forma pensamientos contrarios a la razón.

Pero analizar el contexto actual no se logra permaneciendo frente al televisor, sumergidos en las redes sociales, revisando los resultados deportivos, consultando apuestas y acumulando proyectos sin iniciarlos. Es tal como lo mencionan los gurús del emprendimiento, líderes sociales y espirituales, las personas se deben mover y no estancarse. En otras palabras “ayúdate que Dios te ayudará”.

El progreso va de la mano de diversos cambios sociales. Pongo como ejemplo el avance tecnológico, estoy de acuerdo que presenta herramientas diversas con un perfecto funcionamiento, tal vez centrando su atención en modificar el comportamiento humano, no alterarlo en el sentido mismo del aislamiento, porque podría interpretarse para dejar un hueco a la hostilidad; la tecnología nació para satisfacer necesidades, ahorrar tiempos y generar oportunidades.

Aunque la globalización acerca a las personas para lograr un progreso colectivo, también las diferencias se comparten al igual que las tragedias. Hoy se perciben cambios sociales a veces incomprensibles, por mencionar la crisis de valores que descompone la unidad familiar, por esta razón cuando somos testigos de auténticos actos de amor y de fe los convertimos en un instrumento de supervivencia.

Manifestaciones diversas, dicotómicas y a veces poco analíticas imponen retos inmensos para las personas con múltiples carencias. No sólo en las zonas marginadas del país, sin especificar tal o cual localidad, México crece desproporcionadamente.

Pero en las pantallas no circulan las miserias de la mayoría de los mexicanos, esas noticias permanecen ignotas, archivadas, silenciadas como todas las atrocidades ocultas por los grupos de poder.

Esto me recuerda a Friedrich Nietzsche cuando exclamó “Dios ha muerto” refiriéndose al antropocentrismo social. Pero en aquél tiempo sus palabras no fueron comprendidas en su totalidad, al contrario, se malinterpretaron descalificando al filósofo.

En esta época de aparente quietud, los miedos aumentan por la acelerada violencia e inseguridad. Los millennials no quieren tener hijos no solo para continuar solteros, son varios factores lo que motivan a esa generación de jóvenes a postergar su deseo de formar una familia.

Este mes es el momento para revivir sentimientos agradables, porque actuar con odio es la pandemia que jamás el hombre ha podido erradicar de su inconsciente, como la terrible tradición de los padres al heredar guerra y conflictos sociales a sus hijos. Maquiavelo lo manifestó así: “El hombre es malo por naturaleza; somos egoístas y malvados”.

Sin la intención de caer en subjetividades, permítame este pasaje bíblico: “No devolváis mal por mal, ni insulto por insulto; por el contrario, bendecid, pues habéis sido llamados a heredar la bendición” (1 Pedro, 3:8).  Este mes celebremos la vida, sin buscar culpables porque se pierde tiempo y no son tiempos para invertir en calamidades.

*Comunicóloga, responsable del área de difusión de la Universidad del Valle de Atemajac, Campus Puerto Vallarta.