Compulsiones

Existen compulsiones de todo tipo y tantas como personas en el mundo

SanaMente

Ana Paula González Toledo

Psiquiatra

En la columna de la semana pasada, escribí acerca de las obsesiones. Las obsesiones son ideas repetitivas, involuntarias, que provocan ansiedad y que al propio paciente le parecen absurdas. Pues bien, dicho fenómeno mental puede, tener o no, una correspondencia corporal.

Pensémoslo la siguiente manera, la parte psíquica/mental es la obsesión y habitualmente va de la mano de su parte física/corporal que es la compulsión. Es decir, primero va el pensamiento y después la acción, o como diría Descartes en su famosa frase “pienso luego existo”.  Traducido al ciclo obsesivo compulsivo, sería del siguiente modo; pienso -sin quererlo- algo que me provoca ansiedad y luego hago algo para disminuir la ansiedad, y así, se convierte en un círculo vicioso realmente desgastante para la persona.

Al venir la obsesión y generar la incomodidad, el individuo tratará de “quitarse o sacudirse” esa sensación por medio de una acción, un acto, o una conducta. Por ejemplo, si la obsesión es de limpieza y el individuo piensa constantemente que tiene las manos sucias la acción lógica que le seguirá, será lavarse las manos. Para poner otro ejemplo; alguien que tiene una idea involuntaria de mantener relaciones sexuales en público con un extraño, sentirá mucha incomodidad y para aliviarse -al menos momentáneamente- de la sensación, la persona podría persignarse o sacudir la cabeza, en señal de desagrado o contar 10 ave marías, etcétera. Para cada obsesión puede haber una compulsión ésta última cambia dependiendo de los significados de cada persona.

El fenómeno se presenta en forma de ciclos repetitivos, hay que tener paciente y ser cuidadoso a la hora de preguntarle al paciente (¿cómo le hace para que la idea se vaya?). Plantear la misma pregunta de distintas formas (sobre todo si son niños) para dar con la compulsión. Hacer una buena exploración es necesario porque es muy común que la propia persona no las logra identificar claramente, y en los niños pueden ser tan abstractas, como apretar los dedos tres veces, o carraspear, cerrar los ojos muy fuertes dos veces, o tener conductas ligadas a los pensamientos, que pasen desapercibidas por los adultos.

Existen compulsiones de todo tipo y tantas como personas en el mundo. En un mismo individuo pueden ir cambiando, dependiendo la edad, cultura, años de estudio de la persona, creencias particulares e incluso época en la que a la persona le tocó vivir.  Las compulsiones son fascinantes, e incluso increíbles, de las más comunes y de algunas raras, hablaré en la columna de la siguiente semana.