Caras vemos…

Faltan pocos meses para conocer al nuevo representante de México, no me refiero al rostro y nombre, ni promesas durante su campaña; me inquieta –imagino como a todos- sus asuntos ocultos

Carmina López

Plumazos

Fácilmente, ciertas personas manipulan a otras por sus carencias informativas o económicas. El engaño recupera relevancia en el Siglo XXI.

Iniciaré con lo básico y fundamental. Sin los sentidos, la humanidad adoptaría una conducta inerte, debido a que éstos son la base del aprendizaje y, el modus operandi de las acciones obedece estrictamente a esas cinco unidades simbólicas de la vida. Aunque no siempre se obtienen las respuestas del quinteto en conjunto, sino que se acude a uno o dos de los sentidos para afrontar los retos cotidianos.

Dudar es parte de la naturaleza humana, al igual que investigar; de ahí surgen motivaciones importantes para analizar toda clase de circunstancias, misterios para unos, mentiras para otros.

Hoy con la producción masiva de aparatos tecnológicos, los testigos oculares se multiplican y aportan evidencias valiosas que permiten resolver casos complejos. Se consideran los videos y fotografías extensiones de la memoria –congelamiento del tiempo en un microsegundo- pixeleada, impresa y reproducidas milésimas de veces. Sucede en varios países, sus leyes abrazan las pruebas video grabadas para emitir un dictamen final justo.

Sin embargo, recién se descubrió la intervención de programas avanzados para tergiversar evidencias capturadas con cámaras y teléfonos. Con ello se detiene la fidelidad máxima a la tecnología, un golpe intenso para los creyentes –o fanáticos- de la superioridad mecánica sobre la mente humana.

Con ese revés, investigar con la metodología de antaño coincide con el rechazo por la dudosa procedencia de testimonios obtenidos a través de aparatos tecnológicos. Aunque nunca sobran las pruebas, es mejor conservarlas e indagar sin caer en meras suposiciones, en eso coincido con el doctor Miguel Ruiz, autor del libro Los Cuatro Acuerdos.

Un caso cercano es de la influencer australiana Mary Molloy y su novio Jason Atkinson, ambos gozaban –o al menos aparentaban- una vida cómoda, rodeados de lujos y privilegios. En sus cuentas sociales promocionaban sus buenos hábitos alimenticios y consejos sobre ejercicios físicos efectivos. Su buena racha terminó, la policía encontró en su departamento 21 mil pastillas de éxtasis, con ello se revela la relación de esos jóvenes fitness con una banda narcotraficante.

En Alemania una mujer aparentemente ordinaria, congeló hace más de una década a sus dos primeros hijos cuando aún los recién nacidos estaban vivos. Su hija e hijo (con dos años de diferencia) corrieron con la misma suerte por causa de la mala economía de su madre –eso manifestó la mujer-. Un exnovio de la homicida encontró –por accidente- en la nevera de ésta los cuerpos inertes de los bebés. Momentos después de recibir su sentencia, Steffi S. intentó conmover al jurado: “Nunca pensé tirarla en un contenedor de basura o dejarla en cualquier lado. Yo quería tenerla conmigo. Ellos son mis hijos Me pertenecen de todos modos. Pero sé que lo que hice es grave. Debo ser castigada por ello”.

 La cantidad de casos similares a los dos mencionados exigen cientos –quizás miles- de hojas para exponerlos a todos, solo los del primer trimestre del presente año. Como sabe quienes cometen crímenes más tóxicos merecen aparecer en libros con línea de investigación periodística; en especial cuando se acerca el cambio de mandato en varias naciones como la nuestra.

 Con la caravana de inmigrantes que avanza por diversos estados de nuestro país; la guerra comercial de China y Estados Unidos y cómo ésta nación desplegó a sus guardias nacionales hacia su línea divisoria con México; no reduce el interés de los mexicanos por descubrir –a través del periodismo- las artimañas de los actuales candidatos a la Presidencia de la República Mexicana.

 Recién se dieron a conocer los reportes #3de3 de cada uno de los aspirantes a la silla presidencial, según ellos todo dentro del marco de la legalidad y el orden. Por supuesto la transparencia de los documentos y discursos tienen fecha de caducidad, así sucede cada sexenio. Por ello la sociedad resuelve sus dudas según su intuición o información obtenida en los medios de comunicación, donde se mantiene la investigación sin alteraciones.

 Faltan pocos meses para conocer al nuevo representante de México, no me refiero al rostro y nombre, ni promesas durante su campaña; me inquieta –imagino como a todos- sus asuntos ocultos. Dios nos ampare.

*Comunicóloga, responsable del área de la Imagen y Comunicación Institucional de la Universidad del Valle de Atemajac, Campus Puerto Vallarta (arizbeth.lopez@univa.mx)