Tiempo de retos y psicología existencial

Educación y parentalidad / Por: Dr. Jesús Cabral Araiza

Nada garantiza el éxito de nuestros propósitos, pero sin duda es mejor intentarlo que quedarse con las ganas.

“Depende exclusivamente de ti darle sentido a tu vida.”

Jean-Paul Sartre

Algunos de nosotros, usted y yo, amable lector, ya hemos vivido sucesos que han cambiado el rumbo de la historia humana, o al menos lo han redefinido. Me refiero a acontecimientos como la Guerra del Golfo, la Guerra Fría, el SIDA, la pandemia de 2019 y, recientemente, la tan promocionada guerra en la zona de Medio Oriente, que amenaza con extenderse a las grandes potencias.

De igual manera, estos y quizás otros sucesos similares han generado una serie de reflexiones e incertidumbres que, en el mejor de los casos, nos hacen más resilientes y sabios respecto a lo que podemos esperar de las acciones humanas. Pero recordemos que no todo el mundo reacciona de la misma manera ante las crisis, y que la gestión de estas depende justamente de la historia personal, la salud mental y la cosmovisión de cada individuo.

Pues bien, en esta oportunidad espero dejar algunas reflexiones que puedan servirle a usted y a sus seres más allegados. La idea es afrontar, con algunas nuevas ideas y estrategias, los momentos más turbios que nos toca vivir.

Habiendo enfatizado las diferencias entre cada sujeto, recordemos que, por tanto, las reacciones suelen ser muy diversas, y que la experiencia de cercanía con la muerte reta a cualquier ser vivo, desde aquellos que hacen compras de pánico de papel higiénico, hasta los que reescriben su testamento. Todos tememos dejar de existir; solo que lo manifestamos de acuerdo a nuestras circunstancias personales.

Ahora bien, muchos de los autores existencialistas coinciden en ciertos puntos cuando hablamos de lo que nos motiva a seguir luchando por vivir. Entre ellos podemos señalar lo siguiente:

Un “algo” o alguien que nos motiva a seguir adelante, ya sea un hijo, pareja, padres, abuelos, o personas que, incluso sin ser familia, amamos y nos impulsan a no rendirnos.

Un propósito. No me refiero a un trabajo rutinario o actividades cotidianas que “debemos” hacer, sino a una meta personal que no hemos cumplido; como terminar una tarea, concluir una obra o alcanzar un sueño que requiere de nuestro trabajo y entusiasmo para ser completado. Por increíble que suene, ese propósito nos ata a este plano terrenal hasta que logremos cumplirlo.

Sin embargo, muchas veces, como bien señala una canción: “Me olvidé de vivir”, pareciera que muchas de las actividades diarias las realizamos solo por “cumplir” con nuestras “obligaciones”, pero ¿qué mejor obligación que aprender a vivir a plenitud?

De acuerdo con diversos estudios realizados a personas en su lecho de muerte, ante la pregunta sobre qué se arrepienten, la respuesta es invariable la mayoría de las veces: “No haberlo intentado”. Nada garantiza el éxito de nuestros propósitos, pero sin duda es mejor intentarlo que quedarse con las ganas. Hay muchas biografías de famosos y no tan famosos que así lo corroboran.

Por tanto, ante la duda existencial de si habrá o no una guerra mundial, le sugiero que comencemos por enfrentar nuestras propias batallas internas y evaluemos si lo que hacemos en la vida contribuye a nuestra felicidad y a nuestros propósitos más importantes. Preguntémonos si hemos postergado ese viaje que tanto deseamos, o la compra de ese objeto que toda la vida hemos querido, o quizás sí hemos evitado hablar de amor con esa persona que nos quita el sueño.

Al final, si la preocupación es que vamos a morir, deje de preocuparse, eso es un hecho tan seguro como los impuestos —perdón por el realismo crudo, pero a veces es necesario. Vivamos la vida, no solo la veamos pasar.

Gracias por su lectura.