La disputa por el poder en México

Javier Orozco Alvarado

Estamos frente a dos visiones del mundo, frente a dos proyectos de nación, frente a dos modelos de desarrollo; uno que representa el nacionalismo y otro la desnacionalización

Los mexicanos tenemos que decidir en estas elecciones si queremos que siga gobernando el PRI o que regrese al poder nuevamente el PAN, para seguir igual o peor de lo que estamos; o si tenemos que hacer el intento por construir un nuevo proyecto de nación, que no será necesariamente socialista, populista, autoritario o antidemocrático

Javier Orozco Alvarado

Las próximas elecciones del 1ro de julio de 2018, serán determinantes en el rumbo económico, social y político que seguirá México a lo largo de este siglo. Y es que, efectivamente, tal como lo ha manifestado Ricardo Anaya, “es una Contienda entre dos visiones de país”; es una contienda entre dos proyectos de nación, el que representa Anaya por el PAN y el de Andrés Manuel por MORENA.

El proyecto de AMLO, como bien lo señalan Anaya, Meade y el Bronco, representa volver al pasado; un pasado en el que el PIB del país crecía al 7% anual, en el que la clase trabajadora tenía una cobertura amplia en el IMSS o en el ISSSTE, en el que los campesinos tenían el apoyo del Estado para producir nuestros alimentos básicos, en el que los salarios permitían a la clase obrera adquirir la canasta básica, en el que los niños de las escuelas públicas contaban con desayunos escolares, en el que podíamos andar seguros por nuestras calles a cualquier hora del día, en el que la corrupción era un hecho aislado no un problema crónico. Ese es el México del pasado.

Ese es el México en el que queremos vivir la mayoría de los mexicanos, no el México fragmentado, empobrecido y corrompido que han edificado el PRI y el PAN en los últimos treinta años; el México del que se han beneficiado las oligarquías locales y nacionales, la cleptocracia de los partidos políticos y un puñado de empresarios ligados a lo que AMLO denomina “la mafia del poder”.

Es cierto que los mexicanos tenemos que decidir en estas elecciones si queremos que siga gobernando el PRI o que regrese al poder nuevamente el PAN, para seguir igual o peor de lo que estamos; o si tenemos que hacer el intento por construir un nuevo proyecto de nación, que no será necesariamente socialista, populista, autoritario o antidemocrático.

Estamos frente a dos visiones del mundo, frente a dos proyectos de nación, frente a dos modelos de desarrollo; uno que representa el nacionalismo y otro la desnacionalización. Uno pretende rescatar lo mejor de nuestro pasado y, el otro, la continuidad, el saqueo de los bienes nacionales, el abaratamiento y el empobrecimiento de la mano de obra, la privatización de la educación, de la salud, de la infraestructura pública, de los bienes de la nación y de todas aquellas actividades que signifiquen la obtención de grandes beneficios para unas cuantas empresas o unos cuantos grupos.

Por eso, la disputa por el poder en México tiene dos vertientes económicas. Por un lado, el nacionalismo de AMLO, que significa: 1) La participación del Gobierno para impulsar la actividad económica, el empleo y el consumo; 2) La utilización de la política fiscal y tributaria para estimular la inversión y mejorar los ingresos; 3) El control responsable de las variables macroeconómicas, como tasas de interés, tipos de cambio, inflación, etcétera; 5) El control de precios y tarifas de bienes y servicios del sector público; 6) El impulso de programas de ayuda social a los más necesitados; 7)  La instrumentación del seguro contra el desempleo y un salario digno.

En fin, este es el proyecto de nación o proyecto económico populista (popular) de Andrés Manuel; un proyecto que lejos está del chavismo, del priismo, del panismo, del autoritarismo o del ejercicio antidemocrático en México.

Por el otro lado, tenemos el continuismo gubernamental que encabeza Ricardo Anaya y que significa proseguir con: 1) La desnacionalización y la transferencia de las actividades económicas en favor de unas cuantas empresas; 2) Seguir dando prioridad al comercio, la inversión y al flujo de capitales internacionales; 3) Mantener la liberalización de precios y tarifas de gasolinas, gas, electricidad, luz, autopistas, etcétera;  4) Seguir con la fluctuación de tasas de interés, tipos de cambio e inflación, etcétera; 5) Continuar con la privatización de la  infraestructura y las empresas públicas, propiedad de la nación; 6) La eliminación de subsidios, de programas de fomento económico, de desarrollo social y de salud. Este es el proyecto económico que ofrece “México al Frente”, que da igual si lo encabeza Anaya, Meade o el Bronco.

Por desgracia, a los mexicanos nos falta mucha cultura y mucha conciencia para entender que, tanto los partidos políticos como las élites de gobierno, los medios de comunicación y una parte del empresariado nacional, han sido muy hábiles para manipular al electorado e instrumentar estrategias de guerra sucia, fraudes electorales o de voto útil, como es la reciente renuncia de Margarita Zavala para transferir sus votantes a Ricardo Anaya. En fin, esperemos que en esta elección el electorado esté un poco más consciente o deje de ser el apático o ingenuo ciudadano que ha sido en elecciones pasadas y que podamos construir juntos un nuevo proyecto de nación