Yo no entiendo a mis papás

Consejos de una Abuelita Moderna / Por un México Mejor

Se encontraban a la salida de la secundaria, un grupo de jóvenes del centro educativo, en espera de la llegada de sus padres, cuando uno de ellos comentó: ¨Yo no entiendo a mis papás¨, pues siempre me han dicho que no debo de decir mentiras, pero, cuando el otro día vino el cobrador a la casa, mi papá se escondió y me dijo que por favor dijera que… ¡No estaba en casa!

Todos los amigos se rieron y dos más… ¡Dijeron lo mismo!…

Un joven sin pelo sonriendo comentó: “Deberían haber visto la cara de orgullo de mis padres cuando les dije que por favor no me dijeran que haga una cosa, ¡que ellos mismos no hacen!, porque yo aprendería y diría siempre ¡lo que ellos hagan o digan, pero nunca, lo que ellos digan y no hacen!…Ya que para mí ellos son mis mejores maestros, y por eso me encanta que ellos me digan cuánto me aman.

El más travieso de todos dijo sonriente: “Cuando veo que ellos están molestos conmigo, yo siempre les gano la partida porque sólo pongo cara de tristeza y les pido… ¡lo que se me venga a la mente!, y ellos al verme triste, olvidan mi travesura y me compran lo deseado, aunque en realidad… ¡ni lo quiero!… Y todos los amigos rieron a carcajadas.”

Entonces expresó un joven con cara de tristeza: “¡Cómo no fuí tu hermano!, pues cuando mi papá llega, todos corremos a escondernos porque él siempre está de muy mal humor, gritándole a mi mamá y en ocasiones hasta la golpea… ¡así como ayer lo hizo conmigo!”, y les mostró sus piernas con marcas del cinturón…

Todos se asomaron para verle las piernas y casi al mismo tiempo dijeron: “¡Eso no es justo!”

El joven sin pelo le dijo: “Ha de ser horrible vivir en tu casa, a mí jamás me han pegado, y mi papá siempre está de buen humor, a no ser que yo esté enfermo, siempre me han enseñado a conocer, amar y agradecer cada momento de mi vida a Papá Dios, porque de nada sirve tener tantas cosas materiales, ya que cuando parta del mundo… ¡nada me llevaré! Será igual que el hermoso día en que nací, es decir, llegué desnudo ¡y así me iré!”

Otro joven dijo: “Yo siempre tengo ganas de jugar con mi papá y de contarle mis cosas, así como lo hago con ustedes, pero él siempre llega muy tarde y cansado a casa, porque tiene que trabajar mucho para pagar todos los gastos que tenemos,  pues somos siete hermanos, por eso nunca tiene tiempo ni para hablar ni jugar conmigo…”

El joven feliz expresó: “Recuerden lo que nos dijo hace tiempo nuestra maestra, que cuando creciéramos, hay que trabajar en lo que nos gusta para vivir felices, y nunca vivir para trabajar, porque posiblemente logremos poseer mucho dinero y cosas materiales, pero siempre estaremos asustados por el temor a que nos roben, ¡y siempre seremos infelices!

El joven recién llegado habló: “En mi casa mis papás siempre cumplen lo que prometen, ya sea cuando nos portamos mal, un día mi mamá enojada me dijo que en una semana no saldría ningún lado, y el problema fue que el sábado iríamos al cumpleaños de mi tío. El viernes en la noche oí que ellos discutían en su recámara, alcanzando a escuchar que mi papá decía a mamá, que nunca diera un castigo enojada, porque tenían que enseñarnos a respetar su palabra. Y… ¡No fuimos!

Todos rieron.

En honor a mis maravillosos ángeles terrenales del Grupo Canica.

Cariñosamente Ana I