Trabajamos para tener ocio

Plumazos / Carmina López Martínez

Hagamos tiempo para el ocio, porque tener ese tiempo libre para disfrutarnos es un privilegio

¿Tenemos que ser productivos? Lo sometió a una reflexión la activista Carolina Hernández, como probablemente un gran número de personas antes, hoy y seguramente mañana.

Para ella, la obligatoriedad de ser productivos es una trampa porque nos vende la idea que todo debe ser rentable, eficaz y útil. “El concepto de productividad nos hace creer que nuestro valor está determinado por todas las obligaciones que tenemos y los plazos en los que las cumplimos”.

Carolina asegura que nos han hecho creer que lo que somos depende de lo que conseguimos hacer, y “si un día decidimos ver el techo, sacarnos la pelusa del ombligo, entonces hemos desperdiciado tiempo valioso que jamás vamos a recuperar”.

Y lo reflexionamos con cuidado, podemos encontrar en sus palabras un espacio para sumar nuestra propia perspectiva sobre la hipótesis de que “nos han vendido la creencia de que si no estamos ocupados, ocupadas, ocupades, estamos valiendo ‘riel’. Y si no trabajamos desde que Dios amanece, nunca seremos ricos y exitosos porque obviamente el que le hecha ganas gana mucho”.

En su opinión si un día decidimos tomarnos dos días completos para estar viendo el techo o disfrutar una serie de TV sin ver un mensaje, o simplemente callarnos para pensar tonterías, entonces estaríamos perdiendo el tiempo, porque la sociedad así lo establece.

El dato documentado es que según el filósofo Josef Pieper, el ocio -tal y como fue concebido en la antigüedad- es el espacio en el que el hombre y la mujer, nos encontramos con nosotros mismos. El ocio es una forma de silencio y sólo quien permanece en silencio puede escuchar.

Hernández explica que para Pieper el ocio es una manera de tener el alma abierta, una actividad de la cual pueden surgir grandes y felices ideas, que pueden o no ser útiles, pero van a ser grandes y felices.

Con ese argumento tan poderoso, la activista opina que “hemos caído en la trampa de que las personas debemos tener un elemento absolutamente funcional y, si hay una actividad libre -como el ocio- que no sea de utilidad social, es indeseable y por lo tanto debemos erradicarla”.

¿Será la razón de tanta gente con problemas existenciales? Con la presión de ser funcionales 24/7 que ha hecho un profundo daño emocional para tantas personas.

Eso y que la romantización del sufrimiento drena sueños y energía. Como lo explica Carolina, “la súper valoración de la dificultad cansa. La idea de que todo lo bueno por su misma naturaleza debe ser difícil es agotadora. Incluso los antiguos filósofos no pensaban en eso; no pensaban que todo lo difícil tenía que ser bueno, eso lo aprendimos con la modernidad y con el capitalismo por supuesto”.

La propuesta con esta reflexión compartida públicamente es “dejar de sentir culpa por dedicarnos unos momentos al ocio, o un día completo a ver el techo; empezar a abrazar el ocio como algo poderoso, como esa contemplación que nos regala paz y armonía y que tanto necesitamos”.

Citando al gran Aristóteles, hay que repetirnos mentalmente todos los días que “trabajamos para tener ocio”. Disfrutar el tiempo que nos pertenece sin preocuparnos, sin caer en cuestionamientos, sabotajes, sin invocar el síndrome del impostor y tantos males sociales inventados. La invitación es también hacer espacio en la agenda para el ocio, porque tener ese tiempo libre para disfrutarnos es un privilegio.