Reflexiones sobre el bienestar animal de mascotas

ConCiencia Animal / MVZ. Carlos Arturo Martínez Jiménez

El desinterés o el amor mal entendido radica en la polarización de muchas actividades o disposiciones cotidianas y sus circunstancias

Primera parte

Al analizar el libro “La Paradoja del Bienestar Animal” era muy obvio que tendría un interés automático por las reflexiones sobre el bienestar animal en las mascotas, hecha por el MVZ. Antonio Rueda, y tal como él lo expresa en su escrito, “Al bienestar animal lo podríamos definir como el estado en que el animal tiene satisfechas sus necesidades de salud, de comportamiento y las fisiológicas frente a cambios en su ambiente impuestos por el ser humano”, en un enfoque que en el caso de los animales de compañía o mascotas, en su mayor proporción las condiciones de su entorno como lo es un departamento, casa habitación o hábitats como los acuarios, no son realmente tan cambiantes, a menos que exista algún tipo maltrato como encierro inadecuado, hacinamiento, expuestos en azoteas, jardín o hábitats mal construidos o mal planeados que no correspondan a las necesidades de la mascota.

Y es que en los animales de producción sí están muy bien definidos los indicadores del bienestar animal, pero en el caso de esta otra forma completamente distinta a primera instancia, ¿cuáles podrían ser sus indicadores? Y usando algo del argot futbolístico, de bote pronto podríamos pensar en el conocimiento pleno de sus necesidades de luz, humedad, nutrición, temperatura, ambiente, espacios, distracciones, ejercicio, entre otras, tanto de la especie o individuo en cuestión, como sus variantes como la especie, raza, edad, entorno y función zootécnica.

El problema real

Sin embargo, el problema real se centra concretamente en las insuficiencias y los excesos, o dicho de otra forma, los puntos satisfactores de bienestar requeridos por las mascotas pueden ser insuficientes en algún sentido y excesivos en otros, creado directamente del desinterés, o en su extremo fuertes sentimientos de apego que genere una mascota a un propietario, teniendo en cuenta otras funciones como de guía para un invidente, o detector de sustancias prohibidas o tóxicas, guardia y defensa de casa o rescatistas de alta montaña, o de personas sepultadas por terremotos, deslaves o avalanchas.

El lado del desinterés o del amor mal entendido que envuelve al bienestar animal, radica en la polarización de muchas actividades o disposiciones cotidianas y sus circunstancias, tal como el existir mascotas que los bañan diario, a otros, dos veces al año; unos comen croquetas de buena calidad y otros no; a unos les cocinan salmón y duermen en sabanas de satín, y otros duermen en jaulas de piso de cartón, cemento o plástico. Pero el que se baña diario o dos veces a la semana, come salmón, está perfumadito, vestidito, y duerme en cama con colchón ortopédico y sabanas de satín y seda, ¿está mejor que el otro?; ¿están cubiertas todas sus necesidades?; ¿tiene mayor bienestar que los otros?; ¿el perrito pomerania en verano con su vestidito floreado, está mejor que los demás?; ¿el perfume que lo hace estornudar y tener reacciones cutáneas locales, lo hace estar mejor?

Hay mascotas que siempre están en brazos y tienen contacto ocasional con pisos de mármol, impidiéndoseles tener buenas almohadillas en las patas, no toleran el piso caliente de la calle, ya que solo las bajan de los brazos porque se acaloró el propietario, las cubren de Chanel No. 5 para cubrir olores que no deseados por los dueños; y en esta tendencia a antropomorfizar a las mascotas y este “exceso de cuidados” o “amor mal entendido”, y en el afán de darle todo lo mejor que es lo máximo deseable para mí, lo bonito, lo de moda, lo que la raza de moda impone, no necesariamente es lo mejor para la mascota de referencia.

Muchas veces llevan a las mascotas a consulta médica solo por el hecho de que “ayer no me dejó dormir”, ya sea porque “olía feo”, o se la “pasó rascándose”, “pedía ir al baño” o “tenía flatulencias intolerables”, pero solo la mandan a revisión porque perturbó al dueño, y éste no piensa que ella se siente mal o le incomoda algo, el indicador básico es que el propietario no pudo dormir. Pero así, las mascotas confinadas o apartadas del continuo contacto con su propietario, tendrán un curso distinto, con éstas el propietario se da cuenta cuándo dejan de comer, cuándo no se mueven, cuándo no molestan, es decir, el momento en que el padecimiento avanzó más y realmente ya es muy grave. Estos animales no son tolerados por algunos propietarios porque su mascota debe tener comportamientos deseables decentes y civilizados.

Circunstancias de entorno

Por ello, en la selección de la especie y raza deben considerarse las circunstancias del entorno, es decir el clima, el espacio, el tiempo para dedicarles, y los costos de manutención, lo cual comúnmente falla. Pero si ya tenemos el compromiso y responsabilidad por nuestro error de decisión, ocupémonos en tenerlo bien. Hemos visto razas como Akita y Alaska Malamute en climas de trópico húmedo. Para los perros que son cruzas se deben verificar el nivel de vitalidad y el temperamento de cada individuo en lo particular. Sin embargo, dentro de las razas hay individuos que son el contraejemplo de las características propias de la raza, o sea, podemos encontrar labrador muy tranquilos y sedentarios y poco glotones e incluso agresivos, o gatos persa muy activos.

La finalidad de los indicadores es aportar información acerca de los diferentes aspectos del bienestar animal, y por lo tanto, deben abarcar no sólo la salud de los animales, sino también su estado emocional, que indudablemente se refleja en su comportamiento.

Esto será evaluado con múltiples variables, dando prioridad a la salud en el corto, mediano y largo plazo, basado en el individuo a lo largo de su vida, y que el individuo mismo sea el medidor de su propio bienestar. Con esto se quiere decir que nuestra mascota es distinta y tiene necesidades diferentes que satisfacer siendo cachorro, joven, adulto, adulto maduro y geriatra. Tomar variables válidas que sean útiles para medir algún aspecto de bienestar animal, sin la necesidad de pruebas o equipos especiales, y que, de éstas, distintos observadores, al evaluar un mismo animal, obtengan un resultado parecido, y un mismo observador evaluando dos veces lo mismo, obtenga también resultados parecidos.

Se puede conseguir observando los siguientes principios: 1. Que se encuentre sin excesos ni carencias de alimento y bebida. 2. Alojamiento adecuado y cuidados básicos. 3. Sin dolor, malestar y/o enfermedad. 4. Sin miedo y/o angustia. 5. En libertad para expresar su comportamiento normal.

En la próxima ocasión analizaremos cada uno de estos puntos.