Punta de Mictlan, marca geográfica de la Bahía de Banderas

El ápice de la hoy Punta Mita, no era un sitio de residencia sino de reverencia. Ahí se hacían ofrendas, se observaba con fascinación el descenso del sol hacia el inframundo.

Por: Rafael Guzmán Mejía[1]

raffaelo@me.com

Un viernes 24 de marzo de 1525, tuvo lugar la incursión militar de Francisco Cortés de San Buenaventura a la Bahía de Banderas con fines de sometimiento. Esta fecha es el punto de quiebre que desencadenó una transformación cultural y ambiental regional que parece que no acabará nunca.

Al aproximarse a este sitio, lo que el capitán Cortés observó desde lo alto de la montaña, fue un escenario magnífico contrastando los colores azul del mar, con el verde de las montañas, un río notablemente ancho y caudaloso, todo salpicado aquí y allá, por cultivos de maíz, algodón y asentamientos humano […] habiendo caminado aquel día seis leguas mortales asomaron en lo alto de encima del valle, de donde le divisaban todo, todos los españoles, y vieron un pueblo hermosísimo y muy grande, de más de diez mil indios, llamado Tintoque […]. Cortés estuvo en la Bahía de Banderas desde un viernes 24 hasta un martes 28 de marzo en 1525.

Nombres que fueron vinculados con el Valle de Banderas y registrados desde 1525, fueron Pantoque, Temichoque, Tintoque y Tondoroque, y desde luego Punta de Mictlan –cuyo vocablo permeó corrompido hasta nuestros días como Punta de Mita.  Los primeros fueron núcleos prehispánicos de población, itinerantes, independientes, asentados en la parte plana frente al mar, en la vertiente norte de la BB. Se localizaban desde la hoy Higuera Blanca hasta la sede contemporánea de Valle de Banderas, pasando por Mezcales.

Tintoque es una corrupción de una invocación antigua estrechamente vinculada a Punta de Mictlan: Intloquech in naahuaqueh,que se traduce de más de una forma: amo/a de lo que está cerca de todo; amo/a de lo cercano y de lo distante; el/la que siempre está presente; aquel/aquella que está cerca de todas las cosas. Con este nombre, los antiguos Vallartenses invocaban a Oometeotl, Dios de la dualidad. Oometeotl poseía los pares binarios opuestos del cosmos, necesarios para la creación: masculino-femenino; negro-blanco; fuego-agua; materia-espíritu. El/ella organizó, en el principio de los tiempos, el universo en dos reinos Oomeyocan y Mictlan. El primero corresponde al reino de la dualidad, en donde se genera la vida; el segundo, al reino de la muerte.

Los antiguos habitantes de la parte norte de la BB reverenciaban la zona de Mictlan, lugar en donde residen los señores del reino de la muerte. Nombrar un pueblo con Intloqueh in naahuaqueh era una forma de contrarrestar el poder de la muerte.  El ápice de la hoy Punta Mita, no era un sitio de residencia sino de reverencia. Ahí se hacían ofrendas, se observaba con fascinación el descenso del sol hacia el inframundo.

Miguel Ángel Navarro, Gobernador contemporáneo de Nayarit, no tiene la más remota idea del valor histórico que arruinaría al intentar olvidar más de tres mil años de historia. Punta de Mita es hoy una marca. Por este motivo, en lugar de cambiar el nombre, el gobernador debería impulsar una campaña para ajustar el nombre a Punta de Mictlan.


[1]Autor en 2009 del libro: Puerto Vallarta desde dónde vienes hacia dónde vas. Y en 2011 dePuerto Vallarta y sus satélites: oscilaciones de homeostasis en un destino de ocio.