Pinceladas de historia II
Red Interna / Humberto Famanía Ortega
Siguiendo con los relatos del libro de Doña Margarita Mantecón de Garza, comenta amenamente: Puerto Vallarta está ubicado en la costa occidental de Jalisco, y se yergue inagotable en belleza y producción en la margen derecha del río Cuale. Fue el señor Guadalupe Sánchez Torres, originario de Cihuatlán Jalisco, quien en el año de 1851 le nombró Las Peñas, convirtiéndose así en su fundador, y que falleciera el 13 de mayo de 1924 a la edad de 93 años.
Ante lo anterior expuesto, qué delicia es escuchar que la autora se refiere a la belleza y a los productos que se sembraban y comercializaban en este lugar bendecido por Dios desde que se funda, y que en 1951 lo constata en sus memorias. Debemos sentirnos orgullosos por la estirpe de nuestros antepasados, mujeres y hombres trabajadores con un alto sentido de responsabilidad ante su comunidad, inspiran fortaleza en nuestros corazones, lo que nos ayudará a seguir con férrea voluntad contribuyendo con prosperidad a esta tierra prodigiosa.
Por otro lado, es destacado el tiempo de vida del fundador, más de 9 décadas, producto de su calidad de vida.
Sigue relatando la historiadora:
Don Guadalupe Sánchez Torres, joven de 19 años de edad con muchos bríos y acrisolada honradez, se casó en su pueblo natal, con la distinguida señorita Ambrosia Carrillo de 15 años, quien modesta en sus sentimientos, aceptó que su esposo siguiera acarreando en su lancha, sal procedente de las islas Marías para el beneficio de las minas de Real del Cuale Jalisco. La playa de descanso para enviar sus atajos de sal, era la del Puerto Las Peñas, denominado así por los inmensos peñascos que se yerguen majestuosos cerca del límite del mar. Él en compañía de otros trabajadores, que constantemente eran distintos, levantaron un cobertizo con cuatro troncos y techo de palapa para librarse de los rayos solares.
¡Qué relato!, nos hace remontarnos a aquellos tiempos, cuando se tenía que tomar una decisión y formar una familia ante la propia incertidumbre, pero con el firme deseo de progresar. Su formación como personas honradas y respetuosas, a pesar de su corta edad, les ayudó a crecer en el amor rodeados de este paraíso.
Lo vuelvo a reconfirmar, esta tierra hermosa es prodigiosa, cuando te decides a vivir y crear una comunidad, es necesario creer en ti mismo y tomar conciencia de lo que gira a tu alrededor. Por eso no me canso de repetir que somos hijos bien nacidos y bien paridos, nuestra esencia es grandiosa con alto sentido de constructores de una generación que sembró lo mejor de lo mejor.
Un último relato de la autora para esta ocasión:
Sus continuos viajes le mostraron las maravillas de este Puerto, las puestas de sol eran fascinantes y variadas, los bosques apretados, los ríos cristalinos y murmurantes, los mariscos obtenidos con un pedazo de manta, los venados a la vista, las aves silvestres poblaban la playa. ¡Aquello era un verdadero paraíso! Enamorado como estaba, decidió ahí formar su hogar para que su esposa tuviera la dicha de contemplar lo que el miraba.
Qué gran emoción estimados lectores saber que estamos en la tierra prometida. Tenemos una historia que debemos de gritar a los cuatro vientos: Nuestras raíces.