Nuestra imagen arruinada por nuestros pretextos

Percepciones / Roberto Franco Briones / Consultoría en Imagen Pública ICONOS

Cada vez que dices una mentira o das una explicación falsa, ¡tu imagen profesional se perjudica!

No nos digamos mentiras, en algún punto de nuestras vidas todos hemos puesto una excusa o inventado un pretexto con el objetivo de defendernos para cubrir errores y debilidades o incluso por el simple hecho de no hacer algo.

Somos humanos y es natural buscar justificaciones de vez en cuando, queda claro que nadie es perfecto. Lo que no está bien es que haya un pretexto todo el tiempo, todos los días, mucho menos si pone en riesgo tu propio trabajo.

Ya no somos unos niños y hay pretextos que suenan absurdos al momento de decirlos. Tan absurdos que ni tú te los crees, ¿cómo esperas que tu cliente, jefe, compañeros o personas a tu cargo los acepten?

¿Faltaste a tu trabajo?, ¿llegaste tarde?, ¿no cumpliste eficientemente con tus actividades?, ¿cometiste un error?, ¿eres desorganizado?, ¿tienes tu espacio de trabajo demasiado sucio?

Déjame adivinar, ¡no es tu culpa! Es del tráfico, el clima, esa enfermedad que te da cada tercer día por la contaminación o incluso de la forma en que te educaron tus papás. Cualquier factor externo es responsable de lo que tú no quieres afrontar.

De lo que no te das cuenta es que cada vez que dices una mentira o das una explicación falsa, ¡tu imagen profesional se perjudica! Porque la gente de tu entorno te va perdiendo la confianza hasta el punto en que si te va bien te hacen a un lado en el trabajo, y si te va mal te despiden o los clientes no vuelven a trabajar contigo.

Poco a poco, con cada pretexto y por más bueno que seas en lo que haces, cavas la tumba del esfuerzo realizado a lo largo de tu vida profesional o incluso te metes el pie al grado de nunca ver un crecimiento, ¿todo por qué? Debido a que no quieres responsabilizarte de tus actos y además mientes sobre ello.

Ponte del otro lado por un momento, si tú eres ese cliente, jefe, compañero, proveedor o empleado que debe escuchar todos esos pretextos cada tercer día, que disminuye la eficiencia en sus procesos de crecimiento y que en lugar de ser una inversión, representa un gasto, ¿cuánto tiempo lo soportarías?

La tolerancia tiene un límite y debes cuidar no llegar a él. Mejor ponte las pilas, ¡esfuérzate un poco más! No dejes que detalles de tu personalidad perjudiquen la percepción que la gente de tu entorno tiene sobre ti.

No nos digamos mentiras, si tienes las capacidades, en algún punto de nuestras vidas debemos responsabilizarnos para sacar provecho a nuestras capacidades.

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Roberto Franco Briones

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