Un mes contigo y sin ti

Utopía Vainilla

Recuerdos de niña naufragan en mi mente,
momentos mágicos, instantes y cuentos.
Tus consejos me formaron, sensibilidad me honraste
y tu corazón me lo regalaste el primer día que nací.

Cristina Gutiérrez Mar

 

Desde el 13 de junio el cielo brilla aún más,

¿estás ahí papá?

Dime qué estás bien, ¿lo estás?

Pregunto inquieta a la luna, a las luciérnagas,

incluso al colibrí nocturno que revolotea entre los arbustos.

 

Estela de noche, cobíjame.

Fantasma de la infancia, visítame.

Dios, no dejes nunca que me olvide de su voz,

mucho menos de su risa

ni las tantas veces que me llamaba: Cucus.

Viento, hazme volar.

 

Mis alas necesitan tocarte,

mis ojos verte,

mi nariz olerte.

Quiero tu clásico beso tronado en mi oreja.

Mi corazón te siente,

¿papá, estás aquí?

 

Recuerdos de niña naufragan en mi mente,

momentos mágicos, instantes y cuentos.

Tus consejos me formaron, sensibilidad me honraste

y tu corazón me lo regalaste el primer día que nací.

 

 

Me enseñaste a volar con mis pies,

con alas o sin alas,

hasta con mi mente.

¡Vuela Cucus!, decías.

 

Ahora me toca decirte a ti: ¡Vuela Papá!

Vete a aquella luz divina,

ve en paz, estaré bien, te lo prometo.

Abre tus hermosas alas, no tengas miedo,

te esperan para abrazarte,

para llenarte de amor incondicional.

 

Anda vete, no titubees

que yo estaré aquí,

en el mismo lugar, con tu corazón unido al mío.

Tan llena de poesía y de tu risa,

cobijándome de buena sombra como decía mi abuela.

Extrañándote, sí.

Amándote, mucho.

Escribiendo mi propia historia,

y siempre siempre,

siendo tu Cucus.