Las emociones en el Tiempo

Aventuras de un Pintor

Las cosas que hacemos con nuestras propias manos transportan la esencia humana a través del tiempo, haciéndonos presentes en las generaciones que nos siguen de un modo que las máquinas no pueden sustituir

Tengo entre mis cosas las recetas de mi abuela. Están escritas a mano. Se distingue una letra tranquila, pero enérgica, llena de fuerza y entusiasmo. Aunque no soy un calígrafo experto, puedo reconocer su letra, que me hace recordar su porte y su carácter. Ella era una mujer alta y delgada, hija de inmigrantes españoles, que sufrió con la revolución la pérdida de un rancho con su propio ingenio de caña en Cosamaloapan, Veracruz. La recuerdo siempre alegre y activa.

En una ocasión, ya de anciana mientras yo la llevaba del brazo tropezó, y yo no tuve suficiente fuerza para detenerla de la caída. Como consecuencia quebró su cadera y eso marcó el inicio de ese descenso paulatino que siguen los viejos hasta ir quedando en cama. Aún en el confinamiento de su silla de ruedas en su pequeño departamento, ella mantuvo una actitud muy cariñosa y sonriente. Mientras sostengo en mis manos sus recetas me parece oler su fragancia de almizcle.

Ahora que he dedicado los últimos meses a mi proyecto sobre lo importante que es mantener nuestras habilidades de comunicarnos a través de la pluma y el papel a pesar del predominio del texteo, me pregunto qué emoticones podrían escogerse para representar esos sentimientos que evocan las cartas. Desde luego están las caritas felices, los corazoncitos con diferentes colores y un surtido abundante de platillos, con tazas y cubiertos. También hay palmeras estilo veracruzano, soles con nubes o lluvia, barcos y banderas de muchos países. Así que sí, supongo que mucho podría hacerse por enriquecer un texto de Arial de 12pt. Seguramente mis nietos no notarán mucho la diferencia…a menos que yo me proponga dejarles algún testimonio de mi propia mano. No he escrito ninguna receta, aun a pesar de haber inventado varias. Estarán mis agendas, que he guardado a través de los años, no sé con qué objeto.  Mis hijos han recibido algunas cartas manuscritas de mi parte. Eso me consuela y me da esperanza.

Lo que sí me hace sentir una satisfacción muy grande, es haber pintado más mil pinturas. Varias de ellas las he regalado a mis hijos y familiares. Otras las he vendido a clientes de los que llevo un registro; algunas están en lugares públicos y a otras tantas les he perdido la pista. Mi firma permanecerá en todos esos lienzos todavía por varias generaciones. Tal vez el manejo que he hecho de las formas y de los colores evoque algo de mi carácter, de mi amor por la paz, por la naturaleza y por la luz del amanecer. También hablará de mí la temática que he escogido: mares, paisajes, frutas, flores y algunas mujeres. Tal vez habrá quien me recuerde pintando paisajes junto a mi caballete, abstraído en una paisaje y ausente del resto del planeta.

Las cosas que hacemos con nuestras propias manos transportan la esencia humana a través del tiempo, haciéndonos presentes en las generaciones que nos siguen de un modo que las máquinas no pueden sustituir.

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