La sucesión presidencial

Las mal logradas sucesiones presidenciales en el pasado tuvieron que ver con el error de no haberlos destapado con la suficiente anticipación

Hablemos en serio

Javier Orozco Alvarado

Investigador de El Colegio de Jalisco, A.C.

Cada vez son más recurrentes los comentarios de que el presidente Andrés Manuel anticipó de manera prematura el destape de aquellos que posiblemente podrían reemplazarlo al término de su periodo presidencial. Él mismo ha insistido en reafirmar que su gobierno es transparente y que no jugará al tapadismo como se hacía durante el Porfiriato.

Lo cierto es que da la impresión, como apuntan algunos analistas, que el presidente pretende evitar que se le adelanten los tiempos o los acontecimientos y le suceda como a los anteriores expresidentes; que no lograron imponer a su sucesor, como sucedió con Carlos Salinas, quien en 1994 no pudo dejar en la presidencia a Luis Donaldo Colosio y en su lugar quedó Ernesto Zedillo, con quien finalmente terminó enfrentado.

Una situación similar sucedió con Zedillo, que no pudo imponer a Francisco Labastida en 2000 y pasó a sucederlo Vicente Fox, el cual tampoco pudo imponer a Santiago Creel  y tuvo que aceptar a Felipe Calderón en 2006; quien a su vez pretendía dejar como sucesor a Juan Camilo Muriño y terminó aceptando en 2012 a Josefina Vázquez Mota como candidata, por lamentables circunstancias. Algo similar sucedió con Peña Nieto, para quien el favorito era Luis Videgaray y terminaron imponiéndole como candidato a José Antonio Meade en 2018.

Seguramente, las mal logradas sucesiones presidenciales en el pasado tuvieron que ver con el error de no haberlos destapado con la suficiente anticipación con la que lo está haciendo el presidente Andrés Manuel.  Pero por si, sí, o por si no, el mostrar favoritismo por una o por un candidato con tres años de anticipación posiblemente le permitirá posicionarlos en el ánimo de la gente para cuando vengan las famosas encuestas.

Por lo pronto, la candidatura está relativamente asegurada para quienes tienen la bendición del presidente, porque sin lugar a dudas está dejando más o menos claro quienes estarán y quienes no en las encuestas.  Por eso, abiertamente ha satanizado a quienes le resultan indeseables por su indisciplina, su rebeldía o sus posturas conciliadoras, no radicales.

Hasta ahora, ni el Presidente de la República ni la dirigencia de Morena, quieren entender que, ni la militancia, los simpatizantes o los electores, creen en las encuestas.  Las elecciones intermedias de 2021 fueron la experiencia más burda de la antidemocracia, la imposición y el autoritarismo centralista de Morena para imponer candidatos en todos los estados y municipios donde hubo elecciones. Por eso se perdieron muchos municipios y hubo un gran malestar entre la militancia y la población, cuyas movilizaciones se encaminaron a pedir la destitución de Mario Delgado por traición a la militancia y a los estatutos de su propio partido.

El método de las encuestas ha demostrado ser un rotundo fracaso para la democracia morenista, pues la mayoría de los candidatos fueron impuestos bajo la argucia de las encuestas; encuestas que nunca existieron y porque realmente muchas de ellas fueron elaboradas directamente por los beneficiarios de las candidaturas.

Si alguien sabe de la falsedad de las encuestas, son los propios morenistas, por eso el senador Ricardo Monreal insiste en que el método de selección de los posibles candidatos debe ser a través de un procedimiento distinto, con una metodología diferente a la de las encuestas, porque ese método no es confiable ni creíble para nadie.

Quienes simpatizamos con la Cuarta transformación, con el proyecto del presidente Andrés Manuel o con el partido Morena, consideramos que la elección del posible candidato debe ser abierta, en una especie de primera vuelta para que el representante del pueblo, el candidato de Morena en el 2024, signifique un verdadero liderazgo que garantice la consecución del proceso de transformación, el cambio de régimen y la  construcción del país al que aspiramos todos los mexicanos.

Para continuar con esta lucha, se requiere demostrar un verdadero liderazgo, que bien lo puede encabezar Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal, David Augusto López, Claudia Sheinbaum o cualquier otro de los que ha mencionado el presidente; pero que, en mi opinión, sea aclamado por el pueblo y sea capaz de liderar la continuidad del proyecto de nación que encabeza actualmente el presidente Andrés Manuel.