La sucesión oportuna como signo de una empresa familiar organizada

Empresa Familiar / Por C.P.C. y M.I. José Mario Rizo Rivas

Un buen dirigente se construye con tiempo, interés y conocimiento sobre la empresa que guiará en el futuro.

“Construye una herencia, pero no te olvides de educar al heredero”. Marlene Joana López

Así como en otros aspectos de la experiencia humana, en la empresa familiar es importante comprender la importancia de la sucesión. Planear y realizar de manera oportuna este proceso, beneficia al negocio y las relaciones establecidas dentro de él. Se debe ver la transmisión del liderazgo como parte de una herencia que no sólo se refiere (aunque también) a bienes materiales o inmuebles, sino a todo un proceso de formación para el futuro tanto individual como de la empresa familiar.

Con relación a lo anterior, el escritor José Joaquín Fernández de Lizardi nos ofrece una moraleja en su obra más importante, El Periquillo Sarniento, cuando en su lecho de muerte, el padre del protagonista expresa su preocupación por el futuro de su hijo, pues siente que no ha aprovechado lo suficiente la educación que le ha podido dar. Sabe que la enseñanza e instrucción pueden ser herramientas con las que el hijo se supere y salga victorioso de cualquier complicación.

El padre le dice a su hijo: “Porque ya ves que yo soy un pobre y no tengo más herencia que dejarte que la buena educación que te he dado, aunque tú no la has aprovechado como yo quisiera”. En ese momento el joven Periquillo no lo entiende, pero después encontrará el valor de las palabras paternas y de la educación desaprovechada.

En el ámbito de la empresa familiar, podemos entender las palabras del padre del Periquillo de manera amplia y observar la educación como todos esos elementos que debe reunir un buen sucesor. Es imperativo poseer la capacidad y habilidades para asumir de manera responsable el mando de la empresa, así como también es fundamental valorar la conciencia de quien delega el puesto, del padre o líder de la empresa, pues esto da cuenta de la buena organización y previsión al dirigir. Retirarse de manera oportuna es muestra de madurez y compromiso con la empresa familiar y quienes la constituyen.

Asumida esta premisa de sucesión, puedo mencionar algunas de las cualidades que un buen legatario debe adquirir, pues no es una preparación inmediata, por el contrario, requerirá de años de formación para poder lograrse eficazmente.

Primero es fundamental que se inculque interés en el posible candidato, si es posible, desde la infancia, de modo que no vea el negocio familiar como una imposición, sino como algo atractivo y significativo en su vida. Además, es muy importante crear un pensamiento crítico en el sucesor, en el ámbito intelectual, pero también en cuanto a su calidad humana. Que la persona al frente de la empresa sea capaz de distinguir entre lo bueno y malo, por medio del razonamiento, asegurará estabilidad en el negocio.

La formación académica es también crucial, pues nutrirá al sucesor de conocimiento y exhibirá su capacidad para obtener resultados favorables a través del esfuerzo, para esto, el catálogo de opciones profesionales es amplio. Es primordial saber que otros tipos de experiencia o conocimiento son valiosos también, por ejemplo, una formación laboral en un proyecto o empresa que no sea la familiar. Este punto que pudiera parecer opcional es deseable pues puede aportar múltiples beneficios como:

·         Una ratificación de conocimiento por experiencia

·         Seguridad para afrontar complicaciones

·         Inspirar respeto por parte de los empleados como un trabajador valioso y no como un pariente que de cualquier modo se habría beneficiado del parentesco.

Por último, sugiero una incorporación completa del sucesor desde el principio del proceso y no un aplazamiento en el delego de las obligaciones y compromisos. De esta forma la responsabilidad es asumida de manera total y la integración del sucesor con la empresa que liderará será orgánica y efectiva demostrando, llegado el momento, que está preparado para asumir el mando de la empresa familiar.