Ecos de terror

Continúan generándose discursos de odio que polarizan a la sociedad y generan un daño realmente lamentable y duradero para la humanidad

SanaMente

Ana Paula González Toledo

Psiquiatra

Las personas podemos vivir situaciones tan extremas y dolorosas, que quedan tatuadas no solo en la memoria sino en los genes también. Cuando una experiencia es lo suficientemente grave, abrumadora e impresionante, se vuelve imposible de olvidar. De manera consciente o inconsciente el miedo y el estrés que se produce ante el evento traumático, permanece en el tiempo e incluso, es heredado de manera genética a la descendencia de la persona que lo sufrió el suceso.

Durante la Segunda Guerra Mundial la Alemania nazi elaboró un discurso de odio y racismo étnico hacia los judíos que terminó en el genocidio de millones de ellos u holocausto.

El Holocausto dejó marcas visibles como los tatuajes de los antebrazos, e invisibles en forma de memoria biológica en los sobrevivientes, por lo que la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó oficialmente 27 de enero como el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, con la finalidad de promover la educación sobre el crimen colectivo más relevante y atroz de la historia de la Humanidad.

Al salir del campo de concentración, los sobrevivientes reaccionaban con muchísimo miedo y ansiedad, como si todos los estímulos fueran extremadamente amenazantes (lo que es comprensible), pues en algún momento lo fueron. Sin embargo, esa característica fue heredada a sus hijos y nietos que, aunque no vivieron la horrible experiencia en primera persona, bajo estrés, respondían emocionalmente a diferentes estímulos casi del mismo modo que sus antepasados.

A decir del científico sueco Natan Kellerman el hallazgo de debe a la mutación del gen FKB25, que señaliza el cortisol “la hormona del estrés”, volviendo a los individuos que cuentan con la mutación más propensas a sufrir desórdenes vinculados al estrés. Como lo son, ansiedad, depresión, trastorno por estrés postraumático y por abuso de sustancias, para mencionar los más frecuentes e importantes.

Se sabe que los hijos de las familias que fueron víctimas directas son más propensos a alteraciones relacionadas al estrés “los cambios genéticos en estos niños sólo pueden ser atribuidos al hecho de que sus padres estuvieron expuestos al Holocausto”, señala la psiquiatra israelí Rachel Yehuda, profesora de neurociencias e investigadora de trauma intergeneracional de la escuela de medicina Monte Sinaí en Nueva york.

Actualmente continúan generándose discursos de odio que polarizan a la sociedad y generan un daño realmente lamentable y duradero para la humanidad. La probabilidad de que haya víctimas de discriminación aumenta en la medida que la población carezca de enseñanzas y educación sobre tolerancia, respeto y empatía. En una era de sobre acceso a la información, cuidar el contenido que se consume en redes sociales y seleccionar fuentes neutras y objetivas es lo más crucial para evitar que eventos catastróficos como lo fue el holocausto se repitan.