Contador de horas perdidas

Planeta Luna

A veces me imagino que pudiéramos jugar a nuestro antojo con el tiempo, que cuando hubiera algo que no nos gusta en el horizonte, pudiéramos darle cuerda y pasar este momento para poder respirar y estar más felices

Consuelo Elipe

Reloj imaginario que da cuerda para delante y para atrás.

A veces me imagino que pudiéramos jugar a nuestro antojo con el tiempo, que cuando hubiera algo que no nos gusta en el horizonte, pudiéramos darle cuerda y pasar este momento para poder respirar y estar más felices.

Pero de la misma manera, me gustaría que cuando eres consciente de los años que tienes, girar la cuerda de nuevo y ésta vez volver atrás años y años.

A veces tiene uno la sensación de haber desperdiciado tanto tiempo. También sería genial tener un contador de horas perdidas, como las que pasas esperando en aeropuertos, en el médico, esperando a gente impuntual. Si pudiéramos sumar todas esas horas, minutos, segundos, podríamos reunir una bolsa de horas muertas que nos deberían devolver al final o cada cierto tiempo para poder usarla en alguna actividad que eligiéramos.

Sería como los días acumulados en el trabajo, que luego te los dan para disfrutarlos de vacaciones. No es justo que en el universo no nos permitan aprovechar cada instante con lo corta que es la vida.

Sí, ya entiendo que tenemos eso llamado libre albedrío, y que podemos usar la vida y el tiempo a nuestro antojo. Pero lo cierto es que no nos hacen tan inteligentes para saberlo a priori. Te vas dando cuenta cuando es tarde, y además, a veces no está en nuestras manos. ¿Qué podemos hacer si hay que llegar a un aeropuerto 3 horas antes, o esperar en una conexión 4 horas?, ¿no volar?

Efectivamente, uno trata de aprovechar leyendo o trabajando, pero no es lo mismo. Y luego en los planos de tiempo o no sé qué cosa, según lo cual no hay ni pasado ni presente ni futuro, pero de qué nos sirve si no sabemos si existe, ni cómo usarlo en nuestro beneficio. Existir, puede que existan, pero lo que sé es que cada día soy mayor y no hay forma de retrasar eso. Sólo camuflarlo como las famosas con ácido hialurónico o botox, para quedar con cara de ser de otro planeta hinchado y raro.

Sabemos que somos libres, sabemos que podemos elegir, sabemos que si quisiéramos podríamos cambiar una situación, gritar, correr, empezar de nuevo… pero ¿qué mecanismo nos implantaron de fábrica que nuestros miedos son siempre más grandes?

Hay como una parálisis que nos impide hacer lo que deseamos, lo que soñamos, y la mayoría nos quedamos acatando órdenes y reglas invisibles que nadie recuerda quién las puso o por qué.

El ser humano comenzó de cero, nos dejaron o aparecimos en este planeta, nadie sabe cómo, pero aparte de emitir gruñidos y refugiarnos en cuevas, no había muchas más reglas a seguir, la regla era sobrevivir. Y, sin embargo, nosotros solos, siglo tras siglo, nos hemos ido ahogando, limitando, poniendo trabas, inventando sociedades complejísimas llenas de objetivos inalcanzables, deseos infinitos, necesidades falsas.

Modelos de familias, estereotipos de belleza, obligaciones burocráticas, hacienda, lujos, propiedades… Nos hemos creído muy inteligentes y hemos sido y somos los más tontos del planeta.

Tenemos enfermedades terribles, fruto incluso de toda esta infelicidad que nos hemos suministrado sin parar.

Pensándolo bien, no nos deberían devolver unas horas, nos deberían devolver la historia completa y comenzar de nuevo, a ver si así, a la segunda, lo hacíamos mejor y como individuos y sociedad fuéramos algo más logrado. No me convence nada este experimento, nos consideramos algo súper perfecto, y de verdad no hay nada de perfecto en cómo está estructurada la vida. Una vida en la que envejecer es algo cruel, y la forma de acabar aquí, lo es aún más.