Adaptación y genética, el viejo proceso de la actualidad

Los hospitales son un baluarte en la labor de sanidad a la población banderense

Medicina Familiar

Marco Antonio Inda Caro

Médico de Familia

Quienes no estén vacunados, serán aquellos que nos enseñen la potencialidad de las nuevas variantes de covid-19. El comentario de la OMS en relación con la nueva variante, se refiere al número elevado de personas que no están vacunadas, estas mismas nos enseñarán el potencial virulento de la nueva variante Ómicron. El comentario provocó el cierre de fronteras en algunas naciones tras el descubrimiento en Sudáfrica, siendo una cualidad la mutación constante viral, este se transformará de forma paralela cuando llegue a infectar a un huésped con o sin vacuna sin importar su estado de salud o edad, es la capacidad de pasar desapercibida o de inhibir el sistema inmune de la persona que infecte. Un nuevo confinamiento nos llevaría a una guerra civil, con eso no podríamos lidiar.

Esa adaptación y genética es un principio que nos enseña cómo se adaptan los virus con el cambio en su estructura, que le favorece en la adaptación a todos los huéspedes que infectan, nada más hay que ver qué va a suceder en aquellas personas que no aceptaron vacunarse “servirán como caldo de cultivo para la observancia de la virulencia de las nuevas cepas virales” no nada más del coronavirus sino de otros que se modifiquen.

El Hospital San Pancho, de baluarte a parapeto, “patología de la pobreza”.

Durante una riña callejera, al Charlie, un indigente, le cortaron con una navaja la piel y el tejido celular subcutáneo en un costado lateral del abdomen, presentando salida del tejido graso, lo anterior ocurrido hace ya unos años ahí en Mezcales, decide acudir a hospital San Pancho a pie, caminó aproximadamente 30 kilómetros, al llegar al referido hospital con desaliño, mugroso y lleno de sangre, concluyeron que necesitaba sutura, situación que él ya sabía y por tal motivo camino como peregrino, posteriormente le dan una lista de material a surtir para realizar tal procedimiento, al verla él dijo, “Por eso vine hasta acá caminando, por que ni para el camión tengo”. Después de 9 años, continúa con una cicatriz deforme de una herida que por sí sola cerro, lavándose con agua y jabón, sorteando su salud.

La misma historia sigue ocurriendo, recientemente a otro peregrino en una riña le clavan una daga en la parrilla costal izquierda, perforando pulmón y abdomen, como pudo, él solo llego al nuevo hospital en Tondoroque, atendiendo la urgencia con el material insuficiente, el colega en turno urgió al resto de los hospitales sobre la imperiosa necesidad de procedimiento quirúrgico, ya que tampoco el nuevo hospital en Tondoroque, al igual que el hospital de San Pancho, cuentan con sala de quirófano pero sin personal quirúrgico; son un alud las maniobras del personal médico de esa región.

Los hospitales son un baluarte en la labor de sanidad a la población banderense que no está asegurada al IMSS, sintiéndose protegida ante cualquier molestia corporal, en una temporada ya lejana, casi olvidada, era subsanada en el Hospital de San Pancho, en San Francisco, Nayarit, durante ese tiempo, la población se sentía con una seguridad al acudir a recibir atención médica, todo cambio secundario a la cleptocracia de unos gobiernos locales que usaron el presupuesto de la SSA como caja chica.

El término de que los mexicanos somos una raza de bronce, poema escrito por Amado Nervo en alusión a Don Benito Juárez, dio un vuelco en comentarios del patólogo Ruy Pérez Tamayo en su publicación “Patología de la pobreza”, donde vincula la pobreza y las enfermedades, resaltando la gran cantidad de amibas alojadas en los intestinos de la mayoría de los mexicanos, de ahí que somos una raza de bronce, confirmado por estos dos peregrinos que sortearon su estado de salud al seguir teniendo fe en los servicios médicos de salud.