Convivir, compartir y colaborar
Empresa Familiar / Por C.P.C. y M.I. José Mario Rizo Rivas
Al ser fundamentalmente seres sociales, hay pocas inversiones más valiosas que en las relaciones interpersonales.
No hay legado más grande que lo que aquellos más cercanos piensan de nosotros, aún menos de lo que sienten por nosotros. Los hermanos Grimm, icónicos cuentistas, comparten la historia de un pobre anciano muy débil para valerse por sí mismo. Para su hijo y su nuera que debían cuidarlo era demasiado; ellos estaban totalmente hartos, tanto que, en lugar de sentarlo a la mesa con la familia, lo dejaron arrumbado en una habitación. Esto lo puso profundamente triste. Un día, accidentalmente dejó caer su cazuela donde comía y esta se quebró. En lugar de darle espacio de nuevo en la mesa para evitar que esto volviera a suceder, solo le compraron uno nuevo que no podía quebrarse. El pequeño hijo de la pareja, no obstante, estaba muy ocupado en el cuarto del anciano, y cuando sus padres preguntaron qué es lo que hacía, este contestó que recogía los pedazos del cazo quebrado para hacer uno con el que alimentaría a sus padres en su vejez. Vaya lección que el pequeño dio a sus padres, quienes conmovidos regresaron al anciano a su lugar quien ya nunca más fue abandonado.
Es sin duda lamentable el trato que este hombre recibió por parte de su propia familia. Hay espacio a preguntarse si pudiera existir algún resentimiento en su contra, si el anciano no hizo un buen trabajo en conectar con su hijo y su nuera. Quizás ocurra que sean estos últimos los que no han hecho un buen trabajo en establecer una relación con el abuelo de la historia. Existe un sinfín de posibles razones para que las cosas se desarrollaran de tal forma. Sea cual sea la razón, queda manifiesta una falta de comprensión de lo esencial: la construcción consciente de las relaciones humanas.
Como seres humanos, somos fundamentalmente seres sociales. Esto lo ha dictado la evolución biológica y de la civilización. Convivir, compartir y colaborar es clave para nuestro desarrollo como individuos y para cualquiera de nuestros proyectos. Fallar en reconocer lo vital que es establecer relaciones que como mínimo sean dignas y respetuosas con cualquier persona en nuestro camino es un grave error.
Por supuesto, hay diferencias fundamentales en la construcción de relaciones que corresponden a esferas distintas y comprender las complejidades que resultan de combinarlas. Es decir, a pesar de que cada relación debe construirse con base en el respeto y reconociendo la dignidad de cada persona a cada momento, el tratarse de una persona cuya relación es familiar y además laboral, resulta sumamente complejo, pero por más crítico para el éxito del proyecto empresarial y el familiar.
Debemos recordar que antes de necesidad propia está la del “nosotros”. “Nosotros” siempre será más importante, valioso y poderoso que “yo”. “Nosotros” es capaz de lograr lo que “yo” solo no. Pero no existe un nosotros sin la construcción y mantenimiento de esas relaciones.
La historia del inicio puede ser como un ejercicio de empatía. Si estuviéramos en el lugar del anciano, ¿nuestra familia tendría motivación para brindarnos el amor y paciencia que podamos requerir? ¿Qué tal si fuese nuestra empresa la que pasara a su responsabilidad? Y, si tomáramos el lugar de la pareja, ¿podríamos anteponer el “nosotros” al “yo”? ¿En nuestras relaciones interpersonales podemos hacerlo? ¿Está siempre el respeto primero? ¿Procuramos el mantenimiento y no solo la construcción de dichas relaciones?
Un momento de reflexión sobre el poder del “nosotros” por encima del “yo”, puede tener grandes beneficios en la familia, en el trabajo y cualquier esfera de nuestras vidas, ninguna de estas siendo 100% independiente de otros. Sabemos de sobra que una empresa no es más que un equipo con metas en común. Y sabemos bien que una empresa con una organización sólida es mejor que cualquier equipo talentoso pero desconectado. Como con cualquier valor y competencia humana, no hay nada mejor que comenzar con el ejemplo, que sembrar lo que se busca cosechar, que el “nosotros” dicte nuestro quehacer. El mejor ejemplo que yo he podido ver y vivir es el de un gran amigo mío el Ing. Enrique Carothers Barreto, quien recientemente perdió a querida esposa Susy, para quien siempre tuvo el amor, respeto y cariño para tener la prioridad de poner el nosotros antes que el “yo”, y todavía un poco más, el primero tú en todas las atenciones que el “yo”. Lo mismo ha hecho en su vida familiar y empresarial el nosotros antes que el “yo”. “Amar es esencialmente entregarse a los demás”. Juan Pablo II.