Retos para el 2023

La ciudad imaginada / Dr. José Alfonso Baños Francia

La exitosa temporada decembrina e invernal es aplaudida desde la dimensión económica, pero no prestamos atención a los rezagos de los últimos años

Ha pasado la primera quincena de este joven año 2023 y el tiempo parece fluir con demasiada prisa. Con similar premura se van acumulando los retos y tensiones en la zona metropolitana interestatal de Puerto Vallarta y Bahía de Banderas, acentuadas por el buen comportamiento de la actividad turística.

La exitosa temporada decembrina e invernal es aplaudida desde la dimensión económica, pero no prestamos atención a los rezagos de los últimos años. Por ello, quiero detenerme en tres aspectos que constituyen el talón de Aquiles para el desarrollo en la región.

El primero se refiere al derecho a la vivienda, envuelta en un proceso de expansión impulsado por la popularización de las plataformas de hospedaje digital particularmente en la franja turística. Desde hace años el parque habitacional recreativo ha tenido un crecimiento sostenido observable en torres de departamentos que emergen por todos lados, compitiendo en altura, número de unidades y estética limitada. En esta condolandia, hay múltiples beneficiados como son desarrolladores, constructores, compradores, autoridades municipales y un largo etcétera. La mentalidad que sostiene a esta dinámica es el paradigma del “progreso” ilimitado, tan eficaz que nos mantiene encandilados y resulta en gentrificación y exclusión hacia los grupos más vulnerables. Ello debe ser regulado, como sucedió recientemente en Canadá, donde se determinó que la vivienda es para atender una necesidad social y no para la reproducción del capital financiero.

El segundo punto está vinculado con el anterior, y es el colapso de la movilidad regional. Cada día es más complicado transitar por las calles porque hay demasiados vehículos privados (coches y motos) y un pésimo servicio de transporte público, aunado a la escasa inversión en alternativas de movilidad no motorizada. Las voces que piden más calles para resolver la problemática se alinean a una visión tradicional cuando la solución es compleja y requiere nuevas posturas y métodos. También urge homologar el marco normativo de la movilidad y hacer cumplir los reglamentos, asumiendo los postulados de la nueva Ley General de Movilidad y Seguridad Vial aprobada a escala nacional, pero con escasa incidencia en nuestra realidad cotidiana.

Finalmente, nos detenemos en los servicios públicos básicos como el agua, drenaje y electricidad que muestran signos de obsolescencia. Todos los sistemas tienen un periodo de vida y es vital disponer de mecanismos de mantenimiento para asegurar su continuidad. Pero la velocidad en el crecimiento urbano, aunado a la incapacidad de los responsables de su cuidado, ha complicado su vigencia como sucede en la red de drenaje de la Zona Romántica que está a punto de colapsar.

En los tiempos que vivimos, bien nos valdría trabajar de manera coordinada para atender estos tres retos que, de no remediarlos con eficacia, pondrían en entredicho la prosperidad de nuestra comunidad. Hay suficiente talento humano y es posible unir fuerzas y dividir tareas, pero para ello se requiere liderazgo e innovación, realidades que suelen olvidarse por la mezquindad y limitada perspectiva de quienes nos gobiernan.