Navidad

Voceros Incansables / Félix Fernando Baños

La Navidad, un acontecimiento histórico, desterró la ficción de los mitos, apropiándose de las fechas en que se celebraban y conservando la manera de festejarlos

Si las peregrinaciones guadalupanas, con las que empieza el mes de diciembre, actualizan la tradición milenaria de caminar hacia un sitio sagrado, como hacían anualmente los hebreos al Templo de Jerusalén en ocasión de la Pascua, o los devotos medievales al recorrer el Camino de Santiago para ir a venerar la tumba del apóstol en Compostela, la fiesta de Navidad revive tradiciones anteriores al nacimiento de Cristo, interpretadas por otras provenientes de diversas partes del mundo.

No se sabe cuándo nació el Señor Jesús, porque en su tiempo y en su cultura la gente no tenía interés en registrar esas fechas. Las investigaciones del evangelista Lucas, hechas años después de la muerte de Jesús, le revelaron que su nacimiento había acontecido durante el censo ordenado por Augusto para todo el imperio, implementado en Palestina por el gobernador de Siria, Publio Sulpicio Quirino. Sobre esa base histórica, el cosmógrafo Dionisio el Exiguo calculó en el siglo VI la fecha del nacimiento del Señor Jesús o Navidad, y estableció la era cristiana. El cotejo de otros datos, sin embargo, han mostrado que el censo de Quirino tuvo lugar unos siete años después de la Navidad

El año de la Navidad es, pues, aproximado Por lo que se refiere al mes o a la estación en que sucedió, no hay manera de conocerlo. Los pastores que fueron a adorar al Señor Jesús la noche en que nació, cuidaban sus rebaños a cielo raso. Eso indica que no estaban en invierno.  

Al no tener fecha precisa, la celebración de la Navidad se puso en diciembre para sustituir dos festividades paganas, una en honor de Saturno, y otra, del Sol Invicto, muy populares entre los romanos.                  

Intercambiando regalos en una espléndida cena donde convivían amos, clientes y esclavos, se conmemoraba “la Edad de Oro”, el mítico reinado de Saturno en Italia tras haber sido expulsado del Olimpo y del gobierno del universo por sus hijos Júpiter, Neptuno y Plutón.

Por otra parte, el pánico que producían en el Paleolítico la cortedad de los días, el rigor de las heladas y ventiscas, y el sol de palidez mortecina a punto de extinguirse en el solsticio de invierno, hacía que el 25 de diciembre, cuando era evidente ya que el sol no había muerto,  sino que volvía a adquirir fuerza, se le festejara con alegría. La antiquísima celebración, enraizada en la noche de los tiempos, era la del Sol Invicto, jamás vencido por la muerte.

La Navidad, un acontecimiento histórico, desterró la ficción de los mitos, apropiándose de las fechas en que se celebraban y conservando la manera de festejarlos. Así perpetuó tradiciones festivas anteriores a la misma Navidad. En el curso de los siglos, las aportaciones de otras culturas la han enriquecido con el empleo de árboles de verdor perenne o de sus ramas, con esferas, luces, música, cantos y danzas.

Las posadas, las piñatas, el guajolote o pavo son la aportación propia de México a las tradiciones navideñas.

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