Los pecados del periodismo político

Hablemos en serio / Javier Orozco Alvarado / Miembro del Sistema Nacional de Investigadores

Los que nos dedicamos a la escritura, la investigación o al periodismo, no dejamos de transmitir cierta subjetividad en nuestras ideas

Los que nos dedicamos a la escritura, la investigación o al periodismo, no dejamos de transmitir cierta subjetividad en nuestras ideas o en nuestras palabras, porque en el mundo no existe ni ha existido nunca el pensamiento único.

A pesar de que quienes escribimos nos escudamos en presumir un alto grado de objetividad en lo que analizamos o transmitimos; la realidad es que entre la humanidad siempre ha existido la verdad y la mentira, el bien y el mal, gente buena y gente mala, personas honestas y persona corruptas; individuos compasivos, bondadosos, piadosos, generosos, leales y agradecidos.  Pero también gente ingrata, desleal, envidiosa, traicionera, ambiciosa y egoísta. 

Con esto quiero decir que, como lo ha dicho muchas veces el presidente Andrés Manuel, “no todos somos iguales”. Y, efectivamente, hay quienes fingen neutralidad o simulan indiferencia frente a las cosas, hacia las personas o en sus inclinaciones individuales.

De ahí que, en el actual escenario político, en el que la oposición tiene algunos buenos y otros malos precandidatos presidenciales, al igual que sucede entre las “corcholatas” de Morena;  nadie puede sustraerse a no tomar partido por unos u otros aspirantes, según nuestras inclinaciones ideológicas y políticas, educativas y culturales o económicas y sociales.

Por eso el presidente insiste reiteradamente que entre los pobres y los ignorantes están los simpatizantes de Morena, lo que no es del todo cierto. Y, tanto él como muchos de nosotros, sabemos que entre las clases medias y las élites ilustradas están los opositores al gobierno, aunque relativamente no todos.

Esta reflexión viene a colación porque muchos colegas periodistas o escritores fingen imparcialidad; pues muchos de ellos, que se dicen objetivos, manejan sesgos informativos a favor de Claudia Sheinbaum, etiquetándola de izquierda y de la más leal al presidente; aunque la izquierda hoy sea un mito y las lealtades tengan un precio.

Así, por lambisconería o compromiso, según esos periodistas, solo Claudia es de izquierda y los otros de derecha, neoliberales, desleales al presidente o potencialmente traidores a la 4T.  Por eso, los que se dicen objetivos y se sienten de izquierda, ven a  los demás contendientes de Morena y al ex canciller Marcelo como la antítesis de Claudia o del presidente; pero en mi subjetiva opinión, el  más progresista, de izquierda, leal y honesto con el presidente ha sido hasta ahora el también ex Jefe del D.F. Marcelo Ebrard.

Todos tomamos partido; con Claudia está el Partido Verde, los periodistas que se dicen de izquierda, los gobiernos de Morena que recibieron línea y los pobres que son acarreados a sus manifestaciones. Por el contrario, con Macelo están las redes sociales, los pobres con mayor conciencia, las clases medias no reaccionarias, los intelectuales progresistas y la gente de izquierda sin los dogmas del pasado.

Por eso, los que escribimos tomamos partido, como también lo hacen quienes quieren que regrese el PRI o el PAN; quienes quieren un gobierno de los ricos para los ricos; que se retiren los programas sociales, se devuelva la pensión a los ex presidentes y que los trabajadores paguen sus servicios médicos, como proponen Fox y la senadora Xóchitl Gálvez.