Lo más fácil

Mostrar compasión cuando creemos que la persona está siendo totalmente intolerable, es cuando más lo necesitan ellos y ahí yace el verdadero mérito nuestro, donde ponemos a prueba nuestra paciencia, tolerancia y amor al prójimo

Adriana Méndez Snowden

Despierta Vallarta

Lo más fácil es ayudar a los demás cuando nos sentimos bien…

cuando la causa es noble y justificada…

cuando nos alcanza y nos sobra…

cuando creemos que se lo merecen de acuerdo a ‘nuestro juicio’

porque la verdad…sin generalizar, es que estamos llenos de prejuicios.

Recuerdo cuando formé parte de un evento altruista donde lo recaudado lograría abrir las puertas de una clínica de rehabilitación para mujeres con adicciones. Recibí poca respuesta de mis conocidos y ‘amigos’ de las redes sociales. Como que no querían asociarse a este tipo de propaganda y causa que tal vez no era tan noble para muchos. ¿Por qué? Por el prejuicio, el estigma, la ignorancia, inclusive el miedo.

Me comentaba otra amiga que sentía lo mismo con su voluntariado para ayudar a madres con VIH. Es más común de lo que pensamos o que queramos admitir.

Cuando vemos a alguien en situación de calle maloliente, les negamos una moneda porque asumimos para qué es…

Pero si el placer está en dar, qué importa lo que hagan con tu moneda.

Lo hacemos a veces hasta con los perros, si es una raza con mala fama igual nos abstenemos… Cuando estamos en una situación económica difícil, donde contamos cada peso, el dar al necesitado aún en estas circunstancias nos genera más, porque no damos con miedo de no volver a tener. Damos desde un lugar de abundancia de corazón y no de carencia.

Cuando vamos manejando y alguien se nos mete, asumimos inmediatamente que es un hijo de tal por cual, podríamos hasta en esos momentos mostrar amabilidad y darles el paso.

Practicar el karma vial, por cada vez que alguien me ceda el paso, cederlo 2 veces. Seguir con la cadena de favores y que se riegue.

Mostrar compasión cuando creemos que la persona está siendo totalmente intolerable, es cuando más lo necesitan ellos y ahí yace el verdadero mérito nuestro, donde ponemos a prueba nuestra paciencia, tolerancia y amor al prójimo.

Nunca sabemos las cargas o dolor que otros puedan estar pasando, sean cercanos o extraños. A veces una palabra amable, un piropo o una simple sonrisa pueden influenciar su día positivamente.

Todos los días podemos practicar esta verdadera compasión que no se da tan ‘natural’ como cuando es conveniente. Como ya hemos comentado, es una oportunidad de convertir a otros en nuestros maestros. Incluso esa persona que sabes con certeza que no le agradas, que no te desea el bien, aun así.

Y ciertamente empezar en nuestra casa, con nuestros hijos y nuestros seres más amados. Porque aún con todo el amor del mundo… Habrá momentos que queramos dar el lado más oscuro de nosotros, pero nos detendremos. Así que no será lo más fácil, pero si lo más recompensado.

Un abrazo con cariño