La visita de un ángel

A pesar de los estragos de la enfermedad, el cansancio y delgadez en ese ejemplar sacerdote, sigue luciendo esa hermosa y franca sonrisa

Este pasado domingo catorce, el hermoso pueblo de La Cruz de Huanacaxtle, a pesar de tanto dolor por la pérdida de una divina criatura; tuvimos la dicha de que nuestro increíble sacerdote el Reverendo Padre Humberto Romero Durán, nos viniera a visitar después de algún tiempo de ausencia, ya que a causa de una terrible enfermedad, nos tuvo que dejar, para dirigirse a un Hospital de la “Nueva Ciudad de México”.

Cuando conocí a este joven sacerdote, lleno de energía, siempre con su hermosa sonrisa, su forma de trabajar en pro de nuestra comunidad, era verdaderamente admirable, ya que lo podías ver desde podando el pasto, pintando la parroquia, dando pláticas a jóvenes y niños, visitando enfermos, ayudando a los desvalidos, aunque no fueran creyentes, como… oficiando misa con tanto cariño y paciencia, ¡sobre todo en la que estaba dedicada a los niños!, ya que sin importar su cansancio, siempre tenía tiempo de darles a cada uno el saludo de la paz; y a la hora de la comunión, las criaturas desde año y medio hasta cumplidos los ocho años, se formaban para recibir su bendición.

Vale la pena aclarar, que, por la falta de sacerdotes, en esta parte de la Bahía, no sólo estaba a cargo de nuestra parroquia, sino de cuatro capillas más… ¡Era sencillamente incansable!…

Como en nuestra comunidad habitan varios extranjeros, obviamente con sus costumbres, para evitar que nuestros niños festejaran la Fiesta Profana del Halloween sólo para recibir dulces… Él Festejaba “Los Días de Muertos”, según nuestras costumbres mexicanas de antaño; pero los disfrazaba de santos y ángeles, e iniciaba su procesión por las calles de ese precioso poblado pesquero; saliendo desde la iglesia, para ir de casa en casa a rezar un “Padre Nuestro y una Ave María”, por las almas de los difuntos…

Como nuestra maravillosa y bella raza de bronce, por herencia es muy bondadosa y caritativa, estaban preparadas con bolsas de dulces que nos regalaban; al llegar de nuevo al templo, mientras él oficiaba la misa en pro de los difuntos… Un grupo de personas, equitativamente, los distribuía en bolsas, que al terminar la misa se repartían entre todas las criaturas asistentes; sin faltar algún bondadoso personaje, que algunas veces, también les ofrecían tamales y atole…

A pesar de los estragos de la enfermedad, el cansancio y delgadez en ese ejemplar sacerdote, sigue luciendo esa hermosa y franca sonrisa, manteniendo un divino rayo de luz en su bella y dulce mirada, saludando pacientemente con mucho cariño a toda la comunidad asistente.

Por desgracia, sólo estuvo con nosotros un breve lapso, pues tuvo que continuar su camino… sin embargo, para mí fue lo suficiente para seguir admirando su fuerza de voluntad y gran entrega para con su comunidad y algunos de sus niños que tanto le aman y extrañan.

Elevemos una fervorosa oración por su milagro de sanación, sin dejar de agradecer a Dios, la dicha del poder haber tenido en éste hermoso pueblo…  “La visita de un ángel “.

Cariñosamente Ana I.