De la gloria al pozo; Emilio Lozoya

La imagen no sólo es vestimenta o habla, la imagen tiene que ver con el actuar de cada uno
Roberto Franco Briones Consultoría en Imagen Pública ICONOS

“Yo no me fugué”, le dijo enfático Emilio Lozoya Austin, ex director de Petróleos Mexicanos, al Ministerio Público de la Federación, quien lo acusó de huir de México y ocultarse en España.

Para aquellos que no conocen a este ex funcionario de alto nivel, Lozoya Austin es hijo de Emilio Lozoya Thalman, quien fue Secretario de Estado en el gobierno de Carlos Salinas y nieto de Jesús Lozoya Solis, ex gobernador priísta.

Emilio Lozoya Jr., es Licenciado en Economía por el ITAM y Licenciado en Derecho por la UNAM con maestría en Administración Pública en la Universidad de Harvard.  Actualmente cuenta con 47 años de edad y se encuentra en México tras ser arrestado en Málaga, España, por presunta delincuencia organizada, cohecho y operaciones con recursos de procedencia ilícita.

Estas acusaciones empiezan cuando el periódico brasileño O´Globo reveló que la empresa petrolera Obedrecht le habría dado 10 millones de dólares a él por una licitación de 115 millones (básicamente 10 por ciento).

Después de ser arrestado en Málaga, llega a México y tras aseverar que estaba enfermo le dieron el privilegio de utilizar una pulsera con GPS, la cual garantizaba que no se perdería nuevamente.

Sin embargo, hace unas semanas, la periodista Lourdes Mendoza, a manera de venganza por haberla difamado en un documento que fungió como “declaración”, tomó un vídeo de él cenando en uno de los restaurantes más exclusivos de la Ciudad de México.

Y no, no está mal comer, lo que está mal es ser cínico e ir a lugares públicos cuando en teoría deberías estar en tu casa y en reposo. Porque si tiene la capacidad de ir a cenar y echarse unas copitas, pues también puede ir al Ministerio Público y afrontar sus pendientes judiciales.

Esto mismo, suponemos que pensó el Ministerio Público, quien lo convocó a asistir hace unos días y le quitó su libertad.

La imagen de Lozoya Austin por el momento es prácticamente insalvable a menos de que compruebe que no tomó un peso o que no huyó. Falta ver cuál será la defensa de sus abogados, porque legalmente nadie en culpable hasta que se le demuestre.

Lo que sí es interesante y no ayudó en nada a la percepción sobre él, fue que llegó tarde con una sonrisa engreída, como si su asistencia ahí fuera un mero trámite para ser absuelto del todo. Se dio cuenta rápido que la cosa no iba por ahí y la cara le fue cambiando a enojo, demostrándolo incluso con sus palabras, gestos y ademanes que estaba saliéndose de sus casillas, para después terminar con un rostro asustado después de la resolución.

Ni modo, su traje fue de azul marino al beige de la cárcel y al igual que a Rosario Robles, le tocará vivir un pequeño infierno en lo que este sexenio se acaba o se les declara inocentes (si es que sucede).

Al parecer el ex director de PEMEX no era muy bueno con eso de hacer amigos, porque por lo menos hay quienes defienden a Rosario, en el caso de él, nadie ha metido las manos al fuego y realmente dudo que pase.

Verán, la imagen no sólo es vestimenta o habla, la imagen tiene que ver con el actuar de cada uno, y en el caso de Lozoya Austin y la forma en que salió del país e incluso se escondió por un tiempo considerable, deja mucho que desear para una persona que no rompe un plato.

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