Una nueva demarcación para la regulación de pacientes

En la mayoría de los casos nos sobrepasa la falta de recurso en el material médico y humano, asociado al exceso de pacientes

Medicina Familiar 

Dr. Marco Antonio Inda Caro 

Médico de Familia 

marco.inda_@hotmail.com 

La cadena de salud en una comunidad, se refiere al proceso de transferencia de pacientes a través de una sucesión o necesidad de salud, a la unidad médica más cercana y viable, depende de la situación de la enfermedad y del proceso de atención médica a disponibilidad.  

Una unidad médica de primer nivel, le puede ofrecer a un paciente con una urgencia real, fuera cual fuera el caso, estabilizarlo, contamos con los conocimientos necesarios en el proceso salud enfermedad, de una urgencia médica quirúrgica, el detalle sucede que en la mayoría de los casos nos sobrepasa la falta de recurso en el material médico y humano, asociado al exceso de pacientes, no por falta de conocimientos, sin embargo, la pandemia vino a destapar otros intereses, los territoriales, ¡qué ironía! 

La repugnante feculencia destapada no por incredulidad, ni desesperación, sino por las ideas de la nueva demarcación entre una región hermanada desde siempre, ha provocado rechazo de pacientes que requieren hospitalización por un manejo inminente, por cercanía de un hospital de referencia, es ilógico que los pacientes con una urgencia tengan que viajar 3 a 5 horas en ambulancia, por un camino colmado de carros y de deslaves de cerros y árboles.  

¿Quién comenzó? ¿A quién se le ocurrió dividir esta demarcación si todo el tiempo solo era una división territorial y política? Todos esperábamos que el nuevo hospital trajera alivio para el viejo hospital, que ya estaba saturado y sobrepasado por la rápida y creciente sobrepoblación que migró del sur y de otros estados del centro de la Republica hacia este destino.  

La población derechohabiente llegaba y te exigía con todo el derecho del por qué lo largo de las citas y las programaciones quirúrgicas, no había consuelo, eran días de agonía en espera. Un dolor precordial en espera de una valoración por cardiología, quien para hacer diagnostico tardaba más de 6 meses y no se diga de un cateterismo cardiaco a más de 2 años, una cirugía por ortopedia programada en un trabajador que depende económicamente del ingreso de la familia con un sueldo debilitado por el enorme tiempo quirúrgico, una hernia umbilical pequeña que por el tiempo de espera crece, o un desprendimiento parcial de retina donde no se puede evitar la ceguera al paciente porque no deja de avanzar la lesión, y así, una larga lista de espera en los diagnósticos y tratamientos oportunos que debería de haber disminuido, y que el Covid trajo a destapar una burocracia peor que un trámite gubernamental.  

Un laberinto visible para los pacientes en una urbe que muy pronto, se convertirá en una metrópoli por la gran oportunidad laboral que ofrece el turismo internacional con el consecuente crecimiento poblacional.  

Pero no todo es abrumador, ya regresaron las escuelas públicas y llegó el primer escolar al Hospital Joya Marina (generador de seguridad para la población escolar y bálsamo a los pensamientos de angustia a las madres de los escolares) eso sí es un gran alivio, dijo -al bajar la escalera de prisa porque estábamos jugando, estaba mojado el escalón, cuando se me torció el tobillo, clarito escuche que me trono- vestida con uniforme escolar fue un gusto recordar los días felices sin pandemia cuando acudían a la sala de urgencias del antiguo hospital (San Javier) que no paraban, era común saber cuándo los escolares salían al recreo o salían de la escuela, de nueva cuenta llegarán, los que se enojan y clavan la punta de los lápices, los que chocan contra el tubo de las porterías porque estaban jugando y ya casi los atrapaban, los que al bajar o subir las escaleras se provocan torceduras del tobillo, los que se desmayan porque no desayunan bien y corretean todo el día etcétera, etcétera, etcétera.