Un paréntesis sobre el honor

Letras Sahumerias / M en E Marisú Ramírez

Se vuelve indispensable, si no es que urgente, que las personas volvamos a honrar a nuestros semejantes

“El honor es la presencia de Dios en el hombre”

Pat Conroy

Las palabras más lindas que alguien ha vertido sobre mi persona son y serán, sin duda…  “Tú tienes tu honor” y para refrendar estas palabras que traspasaron el umbral de todo mi ser, un beso en la frente selló la inesperada sentencia.

Derivado de mi profesión, sé por experiencia que la palabra “Honor” es sumamente enunciada en la literatura jurídica en todo el mundo. Por lo que, asociado a ello, se podría afirmar que no podría existir justicia sin honor.

Comúnmente, el honor es definido como una “cualidad moral que lleva al sujeto a cumplir con los deberes propios respecto al prójimo y a uno mismo. Se trata de un concepto ideológico que justifica conductas y explica relaciones sociales”.

También, la palabra honor es definida en la Biblia como la “Gloria o buena reputación, que sigue a la virtud, al mérito o las acciones heroicas, la cual trasciende a las familias, personas y acciones mismas de quien se la granjea”.

La palabra honor está íntimamente ligada al “Ser” por lo que honramos a Dios, a nuestros padres, a nuestros hijos, a la patria. En general, el ser humano virtuoso debería honrar todo y a todos a su alrededor.

Cívicamente, la palabra honor podría derivar en otro complejo concepto muy difícil de aplicar a conciencia por el género humano, como lo es el “Respeto”. Por lo que no pueden existir ambas, una sin la otra. No puede haber honor, sin respeto; pero también, ambas, unidas por la virtud.

Pero, tristemente se puede constatar que conforme transcurre el tiempo, la sociedad actual cada día honra menos, y mancilla más. Lo vemos a cada segundo en los aconteceres mundiales, ya nadie honra, ni siquiera su existencia.

Por ello, se vuelve indispensable, si no es que urgente, que las personas volvamos a honrar a nuestros semejantes, no existe otro camino, porque este principio espiritual otorgado por Dios trabaja solo, y únicamente funciona si se sabe honrar a los semejantes. ¿Pero cómo podemos hacer esto? La respuesta podría estar en la siguiente anécdota, que me contó un conocido…

Él mencionó que durante una travesía en Canadá se vio en peligro de muerte cuando se topó con un grupo de malvivientes que estaban a punto de agredirlo para quitarle sus pertenencias “…Cuándo los vi venir hacia mí, con armas punzocortantes en las manos, se me heló la sangre y lo único que atiné a decirles fue ¡Honro su Espíritu! Inmediatamente y totalmente desconcertados, los sujetos dieron media vuelta y se fueron. Fue como pronunciar un decreto que transformó sus malas intenciones. En otras palabras, fue como si al dirigirme directamente a su espíritu, hubiese desarmado sus manos, su mente y su alma”.

En realidad, tratar de encontrar explicaciones acordes con la razón, es sumamente complicado. Pero lo que sí se puede dejar patente, es que la energía de las palabras es muy potente, pero existen palabras como esta del “Honor” la cual hoy nos ocupa, que verdaderamente tienen una potencia que muy pocas personas en el mundo pueden explicar.

Ahora bien, si la palabra que es expresada tiene grandes efectos, imaginemos si de verdad el ser humano aplicara este tipo de palabras, pero con una verdadera intención de honrar la existencia de todo lo que es, lo que somos y lo que hacemos, no habría tanta guerra, ni tanta violencia en el mundo.

Es menester recordar que el verbo nos fue dado por Dios, para que como él creáramos nuestra propia realidad. En contra partida, históricamente el hombre solamente busca fama, poder y dinero. Busca someter y controlar a sus semejantes para su placer y beneficio.  Por lo tanto, podría hoy bien ser, el momento propicio para que recordemos que debemos honrar el espíritu, tanto el propio como el de todos los que nos rodean. De verdad “alguien” estaría muy complacido por ello.  http://letrassahumerias.blogspot.com/