Territorios para el cuidado

La ciudad imaginada / José Alfonso Baños Francia

En casi todas las urbes mexicanas imperan carencias que facilitan la comisión de delitos

Con el correr de los días, comprobamos la persistencia de la violencia en nuestro país, tan enraizada que parece endémica. A fuerza de tantos golpes, nos hemos ido blindando para intentar evadir una realidad dolorosa y sin visos de solución en un escenario de mediano plazo. Un mecanismo de mitigación ha sido normalizar el crimen que campea impunemente, con beneficios para los malhechores.

En esta dinámica, el territorio y la ciudad juegan un papel significativo al ser el contenedor de una compleja red de relaciones sociales, así como escenario de las agresiones. Entre las víctimas destacan grupos considerados vulnerables: niños, mujeres, discapacitados, personas de la tercera edad y desempleados.

Ello se fortalece por las deficiencias en el diseño de los espacios urbanos; en casi todas las urbes mexicanas imperan carencias que facilitan la comisión de delitos, expresado en vialidades mal resueltas, sin banquetas adecuadas para caminar, con iluminación deficiente, ausencia de sistemas de video-vigilancia eficaces, marcada dispersión en la mancha urbanizada, déficit de ciclovías confinadas y un largo etcétera.

Una aportación concreta para desalentar la locura criminal, es mejorar las condiciones físicas de los espacios que utilizamos cotidianamente. Así, podríamos visibilizar y transparentar los sitios públicos para incrementar la percepción de seguridad ciudadana. También pueden colocarse unidades de salvaguarda que operen 24 horas del día con personal policial capacitado y ubicadas a distancias razonables en los trayectos peatonales, como sucedió con el programa VPUU (Prevención de la violencia a través de la mejora urbana, por sus siglas en inglés) en el barrio de Khayelitsha en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Otra experiencia relevante ha acontecido en Medellín (Colombia) que llegó a ostentar el vergonzoso primer puesto en asesinatos cometidos por arma de fuego a nivel mundial; en ese caso, se configuró un modelo de urbanismo social para llevar las mejores infraestructuras a los barrios más marginales y conflictivos, aportando positivamente al tejido comunitario.

En esta línea, la SEDATU del gobierno federal ha promovido el Programa de Mejoramiento Urbano (PMU) buscando crear territorios de cuidado, paz y prosperidad. A pesar de la fuerte inversión gubernamental, no parece haber resultados satisfactorios y alineados a los objetivos planteados.

Si revisamos el contexto físico en el que ocurrió la desaparición de Debanhi Escobar en Escobedo, Nuevo León, se sospecha que la mala calidad de banquetas y vialidades contribuyeron en la escalada de errores que propiciaron su muerte. Basta revisar las condiciones de la calle Numancia, donde está la Finca El Diamante, sitio de la fiesta, así como la carretera Monterrey a Nuevo Laredo, donde descendió del auto, para sugerir que incidieron en la tragedia.  

Desterrar la violencia de raíz (o al menos desinflarla significativamente) pasa por el cumplimiento de la ley y el pago de penas por infringirla. El crimen se alimenta de la corrupción y la impunidad, siendo esencial atender integralmente el modelo de seguridad. Pero se puede contribuir mediante la modelación de espacios bien diseñados y habilitados para el cuidado colectivo, en particular de los grupos considerados como vulnerables.