Sal del Himalaya, ¿y el yodo?

Una de las causas más comunes de bocio es la falta de yodo en la dieta

Vanefropedia

Dra. Vanessa A. Parra Estrada

Nefróloga Pediatra

@vanefropedia

¿Has notado últimamente que cada vez hay más opciones de sal en el supermercado? Granos de todos los tamaños, finos, no tan finos, rosas, transparentes, traídos del mar o montaña que tu desees. Los empaques cada vez más modernos y lujosos, pareciera que entre más pura y orgánica la compres obtendrías mayores beneficios y menos daño.

Yo, como Nefróloga y mi eterna pelea con el abuso de la sal (sodio), más que recomendarte cuál sal debes comprar, te vengo a recordar aquí, la importancia de la sal yodada o sal con yodo.

¿Por qué se le pone yodo a la sal?

El bocio es el agrandamiento anormal de la glándula tiroides. La tiroides se encuentra localizada en la parte frontal del cuello, se extiende hacia ambos lados de la tráquea en forma de alas de mariposa y produce las hormonas tiroideas, las cuales son esenciales para el metabolismo y múltiples funciones en distintos órganos, principalmente corazón y cerebro.

Una de las causas más comunes de bocio es la falta de yodo en la dieta. El yodo es una sustancia que la tiroides necesita para producir las hormonas y realizar sus funciones.

El bocio era mucho más común antes de la yodatación de la sal (agregarle yodo a la sal de mesa). Pero este descubrimiento no es de la era moderna, desde el siglo XV A.C., los chinos utilizaban las algas marinas (ricas en yodo) para prevenir el bocio.

En 1812, Bernard Courtois, químico francés, descubre el yodo, posteriormente nacen los principios médicos del uso del yodo para la prevención y tratamiento del bocio y en 1820, los científicos franceses proponen el cloruro de sodio (sal) como vehículo para administrar yodo a las personas.

En México, en 1934 el bocio comienza a notificarse como un problema de salud pública que afectaba entonces a más de 5 millones de personas, sobretodo en comunidades de pobre acceso a variedad de alimentos, dónde la pobreza del agua y suelo proporcionaban niveles ínfimos de yodo. Se reportaban zonas de altos casos de cretinismo (retraso mental por déficit de hormonas tiroideas) y bocio en las cordilleras volcánicas, huasteca potosina y cuenca de los ríos Balsas, Atoyac, Papaloapan y Grijalva.

Las primeras medidas de salud para evitar el bocio en México fue la distribución de caramelos con yodo en zonas con más riesgo, para posteriormente en 1942, implementarse el decreto que establecía la obligatoriedad del consumo de sal yodatada en zonas de riesgo. En 1963 se publica en el Diario Oficial que toda la sal que se produzca en el país destinada al consumo humano deberá yodatarse.

Desde entonces, gracias a estas medidas, el bocio por deficiencia de yodo disminuyó más del 80%.

Ahora, ¿qué pasa con las nuevas sales de grano, rosas, orgánicas y lujosas? La mayoría de estas no están yodatadas, es decir no contienen yodo, por lo tanto, si es tu consumo habitual este tipo de sales, no debes olvidar consumir yodo a través de otros alimentos.

Afortunadamente, en la época actual, tenemos más acceso a una variedad de productos, lo que disminuye el riesgo de que tengas bocio por deficiencia de yodo si no consumes sal yodatata y más información acerca de las otras fuentes de yodo.

¿Cuáles otros alimentos contienen yodo? La mayoría de pescados y mariscos, como el salmón, dorado, lenguado, mejillones, camarones, sardinas, ostras y las algas marinas son ricas en yodo. Ese sushi que te comes de vez en cuando podría sustituir el yodo de la sal de mesa. También otras fuentes vegetales como el ajo, acelgas, piña, cebolla, setas, y en pequeñas cantidades las ciruelas, tomates, lechuga, limones incluso algunos chocolates.

La clave de todo es mantener una alimentación rica y balanceada, consumir todo con moderación y cuidar tu consumo de sal (con o sin yodo).