El Sacrificio de un Ciervo Sagrado: absurda, visceral, grandiosa

‘‘El Sacrificio de un Ciervo Sagrado’’ es la historia de un cirujano americano, cuya familia será atormentada por un adolescente trastornado que el mismo tomó bajo su tutela

Por: Sebastián Hernández

Cine Crítica

A veces se olvida que el cine es un arte (y uno bastante complejo); se pasa por alto la inmensurable cantidad de propuestas creativas y expresiones artísticas que han sido aprobadas y rechazadas en distintos filtros, cuyo resultado es la desbordada oferta en cartelera que se renueva cada semana para la comodidad de los espectadores.

Uno a veces olvida que el cine es una experiencia, y cuando en la pantalla empiezan los créditos iniciales de la cinta, la sala se vuelve un santuario; olvidamos el poder que tiene el séptimo arte para hacernos vivir emociones que ningún otro medio puede trasmitir, hasta que llegan cineastas como Yorgos Lanthimos y nos recuerdan qué es eso a lo que llamamos experiencia cinematográfica.

Con guión del mismo director, y de Efthymis Filippou (co-escritor junto con Lanthimos de ‘‘Langosta’’), y protagonizada por Colin Farrell y Nicole Kidman, ‘‘El Sacrificio de un Ciervo Sagrado’’ es la historia de un cirujano americano, cuya familia será atormentada por un adolescente trastornado que el mismo tomó bajo su tutela.

El universo ficticio que sus realizadores construyeron meticulosamente nos permite echar un vistazo a una realidad extraña, grotesca, pero al mismo tiempo extremadamente intrigante. Desde su primera escena ‘‘The Killing of a Sacred Deer’’ mantiene un ritmo y tono que constantemente sorprenden por la rara naturalidad con que sus personajes se desenvuelven; el suspenso, el drama, el horror, y el humor negro confluyen para crear una atmosfera sumamente escalofriante, que a su vez es lograda gracias a las decisiones estéticas tanto en fotografía como música, e incluso en los diálogos.

Lo más destacable es el manejo de su historia, que parte de una premisa sencilla, donde el guión y la fotografía explotan el lenguaje cinematográfico llevándolo a sus polos opuestos: los planos generales son extremadamente abiertos (al grado de crear una especie de distorsión de la imagen) y sus close ups son íntimos, perturbadores gracias a las actuaciones impecables de su reparto.

Simplemente es imposible imaginar este filme de alguna otra manera; la cinta funciona como un reloj, ninguna de sus partes queda sobrando, cada uno de sus elementos está perfectamente balanceado y funcionan en conjunto de manera exquisita.

Una obra maestra del cine contemporáneo, sumamente impresionante y que demuestra la capacidad de innovar aun en estos tiempos donde todo parece haber caído en lugares comunes.