Mascotas y salud pública: la otra cara de ser petfriendly
Por: Miguel Ángel Ocaña Reyes
- La MVZ Priscila Carrillo advierte sobre el riesgo de enfermedades zoonóticas y la falta de regulación en espacios que permiten animales de compañía.
En un mundo donde cada vez más espacios se autodenominan petfriendly, pocas veces se habla de las implicaciones reales que esto tiene para la salud pública. Playas, restaurantes, hoteles y centros comerciales que reciben mascotas deberían cumplir protocolos estrictos de higiene y control sanitario; sin embargo, en la práctica, la falta de regulación y conciencia pone en riesgo tanto a humanos como a animales.
La médico veterinaria zootecnista Priscila Carrillo, especialista en parasitología y enfermedades transmitidas por vectores, explica los riesgos de la convivencia con animales de compañía en lugares públicos sin las medidas adecuadas, y lanza una advertencia: “No se trata de dejar de tener mascotas, sino de asumir una responsabilidad real”.
Zoonosis y antropozoonosis: la enfermedad viaja en ambos sentidos
—Cuando hablamos de zoonosis —explica Carrillo— nos referimos a las enfermedades que los animales pueden transmitirnos a los humanos. Y cuando son los humanos quienes transmiten enfermedades a los animales, hablamos de antropozoonosis.
En el día a día de la clínica veterinaria, los casos más comunes son los parásitos gastrointestinales, para los que existe la desparasitación interna, y los ectoparásitos —pulgas, garrapatas, ácaros— que requieren desparasitación externa.
“En perros y gatos, que son las mascotas más comunes, el riesgo es evidente. Cuando defecan, se limpian con el hocico; en su pelo o boca pueden quedar estructuras parasitarias invisibles a simple vista, como huevos o larvas. Muchas veces el dueño acude al veterinario solo cuando ve signos claros: el animal se rasca la cola, se frota en el piso, lame excesivamente sus genitales o presenta puntos blancos en las heces, parecidos a arroz o fideos”, señala.
Pero la especialista advierte: una sola dosis de antiparasitario no basta. El tratamiento depende del tipo de parásito y debe seguir un esquema específico determinado por un veterinario.
Playas y espacios públicos: un riesgo oculto bajo la arena
Las playas petfriendly son un ejemplo de riesgo cuando no hay regulación. Carrillo explica que se debería exigir cartilla sanitaria al día con vacunas, desparasitaciones internas y externas, y que el dueño se responsabilice de recoger las heces en contenedores especiales.
“No basta con meterlas en una bolsita y dejarlas ahí. Si las heces con parásitos quedan enterradas en la arena, el calor y la humedad favorecen la proliferación de bacterias y parásitos. Hay larvas que penetran la piel (vía percutánea), causando lesiones en pies y manos. A veces los dermatólogos humanos deben atender estos casos, que son completamente prevenibles”, afirma.
Vectores: cuando el mosquito no es el único enemigo
Enfermedades transmitidas por vectores como pulgas, piojos, garrapatas, mosquitos y chinches también representan un problema grave. “Las mismas especies de mosquitos que transmiten dengue, zika o chikungunya también pueden transmitir gusanos en la sangre, visibles en perros, gatos, caballos y ganado, pero poco diagnosticados en humanos”, alerta Carrillo.
La falta de coordinación entre medicina humana y veterinaria limita la detección de estas enfermedades, que pueden pasar desapercibidas hasta que causan complicaciones graves.
Petfriendly: la higiene es más que buena voluntad
Carrillo es clara: un lugar petfriendly debe tener protocolos mínimos de higiene.
“No se trata solo de permitir mascotas; se debe exigir que estén limpias, vacunadas y desparasitadas. En muchos restaurantes, por ejemplo, se permite que los perros suban a la mesa o coman del mismo plato que después usan los clientes. Si no hay una desinfección adecuada, eso es un foco de infección”, advierte.
Y detalla: los desinfectantes deben tener tiempos de exposición y diluciones específicas, algo que pocos establecimientos cumplen. “En veterinaria usamos productos especiales para mesas de consulta, jaulas y quirófanos; los mismos estándares deberían aplicarse en lugares que reciben animales”.
No es culpa del perro: la doble responsabilidad humana
Aunque la creencia popular asocia ciertas infecciones con la convivencia con mascotas, Carrillo subraya que en muchos casos el origen está en la higiene humana.
“He encontrado parásitos en perros y gatos cuyo origen es el humano: verduras mal lavadas, frutas sin desinfectar o mariscos crudos como camarones o pescados para ceviche o aguachile. La responsabilidad es doble: cuidar lo que comemos y mantener a nuestras mascotas bajo control sanitario”.
Enfermedades en el aire: cuando el peligro se inhala
El riesgo no siempre está en tocar o ingerir, también puede estar en respirar.
“Hay bacterias y parásitos que forman esporas capaces de infectar por inhalación. En esos casos, el contagio no es por contacto directo ni por ingestión, sino simplemente por respirar partículas en el aire”, explica.
Y advierte: “La mayoría de las enfermedades zoonóticas son incurables. La prevención es la única herramienta real que tenemos”.
Datos alarmantes en Bahía de Banderas
Carrillo participó en un estudio para detectar parásitos en heces de perros en Bahía de Banderas.
“El resultado fue alto: 64% de perros muestreados en La Cruz de Huanacaxtle y 22.4% en la zona hotelera tenían algún tipo de parásito. Las fronteras políticas no existen para bacterias y patógenos, y hoy incluso subimos a nuestras mascotas a aviones, lo que amplifica el problema”.
Animales de apoyo: necesidad o capricho
En cuanto a los animales de asistencia, Carrillo distingue dos escenarios.
“Hay personas con diagnósticos médicos para quienes un animal es una herramienta terapéutica, evaluada por un etólogo que mide su comportamiento. Pero también hay casos de capricho: un perro lazarillo es necesario; un chihuahua en una biblioteca, probablemente no”.
El punto central, según la especialista, es que la flexibilidad debe ir acompañada de normas claras para proteger tanto a las personas como a los animales.
Fauna silvestre: portadores involuntarios
En Puerto Vallarta y Bahía de Banderas, la fauna silvestre es parte del paisaje, pero también puede ser fuente de enfermedades.
“Mapaches, palomas y otras especies pueden transmitir patógenos. Alimentarlos o adoptarlos como mascotas incrementa el riesgo de zoonosis”, advierte Carrillo.
Prevención: el llamado final
La MVZ Priscila Carrillo concluye con un mensaje claro: no se trata de dejar de tener mascotas, sino de entender que compartir espacios con ellas implica un compromiso de salud pública.
“Hay que mantener comunicación constante con el veterinario, cumplir esquemas de vacunación y desparasitación, y exigir que los lugares petfriendly tengan protocolos reales de higiene. La prevención es la única forma de protegernos todos”.

