La radicalización alrededor de los animales de compañía

ConCiencia Animal / MVZ. Carlos Arturo Martínez Jiménez

Lo que comenzó con difamaciones y ataques a través de redes sociales, ha escalado sin control hacia agresiones sin escrúpulos.

Entendiendo el concepto de radicalización como el proceso mediante el cual un individuo o grupo adopta creencias, actitudes o comportamientos extremos, en esencia sumamente violentos o de confrontación, en respuesta a factores sociales, políticos, religiosos o ideológicos, en estos tiempos esta noción ha alcanzado a una facción de la sociedad que, ya de por sí, está inmersa en la normalización de una situación de violencia sin precedentes que ocurre en todo el país. Este fenómeno se manifiesta, específicamente, en torno a los animales mantenidos como mascotas.

Este supuesto amor de índole patológico que una considerable porción de propietarios está manifestando hacia sus animales de compañía, se ha traducido en ira ante la evidente ignorancia e inconsideración de los propios dueños hacia los profesionales de la salud, específicamente los médicos veterinarios especializados en este tipo de especies. Lo que comenzó con difamaciones y ataques a través de redes sociales, amparados en la supuesta libertad de expresión como derecho universal, ha escalado sin control hacia agresiones sin escrúpulos, dejando un daño muchas veces irreversible tanto a los negocios como a los profesionales mismos. Inclusive, este fenómeno ha seguido creciendo, ocasionando daños materiales en las instalaciones de las clínicas veterinarias, agresiones físicas hacia los médicos y, lamentablemente, ya se han registrado varios decesos, ya sea por asesinatos directos o indirectos, como los suicidios que eventualmente cometen los profesionales de la salud animal ante el aplastante odio en su contra. Este odio, a su paso, deja familias, amigos y comunidades destrozadas y, de cierta manera, también con una sensación de sed de venganza, generando así un círculo de violencia sin principio ni fin.

Los vacíos y trastornos emocionales no tratados, la desinformación mediática fuera de contexto, el apego infundado a los deseos y las ideologías alteradas de la realidad no solo representan un foco de alarma para la integridad del médico veterinario, sino también para la propia salud y bienestar de los animales y del entorno en el que viven. Precisamente, los grupos o personas radicales promueven una visión errónea del bienestar animal, lo cual ha influido en las políticas públicas y legislativas de nuestro país, generando un estado de incongruencia y contradicción entre las perspectivas populares animalistas y la ciencia del bienestar animal. Como he mencionado en otras ocasiones, la idealización no deja de ser una forma de negación o una distorsión cognitiva que usamos para protegernos de una realidad que nos resulta desagradable. Negar la realidad impide mejorarla y, al radicalizarla, nos sumerge en una era oscura donde la sociedad no quiere pensar, solo sentir.

Cuando una persona o grupo disminuye el diálogo, o las posibilidades de alcanzar un acuerdo por la supuesta lealtad a una causa contraria a la moral y a la cultura de una sociedad, priorizando esta lealtad sobre la propia identidad personal o su bienestar dentro de la comunidad, se produce la radicalización. Este fenómeno se intensifica cuando existe un profundo sentido carente de raciocinio por las causas que se defienden, sumado a experiencias traumáticas no procesadas. Así, la violencia se perpetúa, convirtiendo a victimarios en víctimas y viceversa.

Si las autoridades y la sociedad en general continúan priorizando ideologías radicalizadas en propuestas populistas, y siguen marginando a la ciencia, el razonamiento y el pensamiento crítico, no solo habrá una escasez de médicos veterinarios, sino que también se verá afectada la salud pública. Por lógica, no habrá animales ni familias sanas, y el fin del mundo, tal como lo conocemos, podría estar más cerca de lo que pensamos. ¿Creen que exagero? No hagamos nada, sigamos en esta tendencia y vivámoslo.