La prensa con ellas

Mujeres que huelen a tinta. Abrieron camino, se quitaron el mandil y adoptaron la pluma

Mujeres que huelen a tinta. Abrieron camino, se quitaron el mandil y adoptaron la pluma, a ellas les voy a dedicar esta contribución porque estoy segura de la emoción que les causó romper paradigmas, estar al nivel de los hombres que iniciaron y fortalecieron al periodismo, tanto revolucionario como post-revolucionario.

Estoy segura que les cosquilleaban las manos a esas féminas deseosas de pasar a la historia mágica de la palabra escrita, bifurcaron sus actividades, las combinaron de tal manera que su corazón no ha dejado de latir en el pecho de las nuevas generaciones de comunicólogas egresadas de las universidades donde se imparten esas pistas para ser parte del desenvolvimiento informativo diario.

Agonizaba el siglo XIX cuando aparecieron las primeras colaboraciones de mujeres. Así lo cita la excelsa doctora María del Carmen Ruíz Castañeda en su fabuloso libro El Periodismo en México 500 años de Historia. Pues bien, esas mujeres dieron una nueva interpretación a los acontecimientos, no intimidaron midieron la situación social con una nueva perspectiva ideológico-política, fuera de los mecanismos descriptivos a los que tenían acostumbrados los periodistas a sus lectores, nuevo seguimiento, original y lleno de sorpresas, aquí valió la frase no hay mejor sorpresa que la que no se conoce. Se convirtieron en reporteras de primera línea, frente a un mundo eminentemente masculinizado. Lograron incrustar su identidad de mujeres transformadoras de la noticia y los comentarios.

Para 1887, la mexicana Laureana Wright dio luz a un semanario que llamó Las Violetas del Anáhuac; se hizo con el esfuerzo de un sinnúmero de mujeres, como panal de miel informativa se acercaron para expresas diversas poesías, ensayos y cuentos; aspectos sobre ciencia, política, pedagogía, religión y tantas reflexiones que les permitieron cuestionar hasta entonces lo que había sido parte de un camino no transitado. Veloz fue su palabra escrita. Me permito citar lo que esta mexicana escribió en honor de sus colaboradoras: para ella -dejó entrever Laureana Wright-  la mujer no era sólo una ama de casa, no se le puede privar de pensar, utilizar una cámara fotográfica, de reflexionar por escrito y dar a conocer su pensamiento, ¿Qué necesita la mujer para llegar a esta perfección? Fuerza de voluntad, valor moral, amor a la instrucción y amor a sí misma y a su sexo para trabajar por él, para rescatarlo de los últimos restos de la esclavitud que por inercia conserva.

Así fue como destacaron de entonces a la fecha: Dolores Correa Zapata, Luz F. viuda de Herrera, Laura Méndez de Cuenca y Antonia L. Ursúa, Concepción García Ontiveros. Una periodista que asaltó mi conciencia fue Hermila Galindo, entre muchas otras destacadas, cuando escribió sobre la situación femenina en los medios, claro siempre en relación con la causa carrancista (época que le tocó vivir) su primera colaboración la llamó ¡Laboremos!, ahí se da a conocer la ambición de la mujer moderna, sus anhelos y expectativas.

Emilia Enríquez de Rivera, mujer inquieta y con una visión muy original de lo que es pensamiento de las mujeres fundó el periódico “El Hogar”, ahí se formaron sinnúmero de mujeres periodistas, se desgranaron las publicaciones a partir de ahí con temas de política, acontecimientos sociales.

Cabe mencionar las publicaciones donde incursionaron “Juan Panadero”, “Nueva Era” de Trinidad Orcillez; La Guillotina; de Elisa Acuña; “La voz de Juárez”, de Dolores Jiménez “Nueva Era” y “Vésper”, de Juana Gutiérrez. Valerosos seres humanos que seguirán surgiendo ante las condiciones sociales que les presente la realidad, sus características originales y percepciones paradigmáticas les dan mucho más valor para continuar adelante.

*Comunicóloga, responsable del área de la Imagen y Comunicación Institucional de la Universidad del Valle de Atemajac, Campus Puerto Vallarta.