La Casa

Ella vive en una casa con cuerpo, alma y espíritu. Una casa de ensueño, y no me refiero a que sea bonita y muy elegante; sino que alberga pensamientos, recuerdos y sueños

Cristina Gutiérrez Mar/ Cucus

Utopía Vainilla

“El hogar es un invento que hasta hoy nadie ha podido mejorar”

Ann Douglas

 ¿Para ti qué es una casa?, ¿tú casa?, ¿es “algo” tangible o intangible?…

Ella vive en una casa con cuerpo, alma y espíritu. Una casa de ensueño, y no me refiero a que sea bonita y muy elegante; sino que alberga pensamientos, recuerdos y sueños. Los espacios están llenos de memorias que ha sufrido y ha gozado. Ella encuentra en su casa ilusión de protección gracias a sus paredes y muros.  Esto le permite soñar en paz.

Su casa toma cualidades humanas para aludir la idea de que está peleando contra el exterior, y por ello viene una relación como si la casa fuera su madre.  Le da calidez y tranquilidad.

En su niñez vivió en una casa muy grande, con cinco habitaciones y un gran jardín que albergaba un bello limonero que perfumaba todo. Ahí mismo, empezó su vida encerrada, protegida y tibia en el regazo de dicho hogar. Conforme iba creciendo fue dándole dirección a su forma de pensar, sentimientos, ocurrencias e ilusiones. El  destino de Ella empezó a caminar desde el momento que nació en esa casa.

Hoy en día, Ella tiene setenta y siete años, le gustan los inviernos porque hacen de su refugio un lugar cálido, dulce y más amado. Sus hijas y nietos vienen a visitarla para las fechas decembrinas. Se respiran siempre notas de avellana, canela y ralladura de naranja. La casa suspira junto con ellos.

Tiene guardado en su armario cofres de distintos tamaños y colores que ha coleccionado en varios de sus viajes. En ellos encierra y disimula los secretos de su ser. Son sus conocimientos vividos e imágenes poéticas.  Ahí protege lo más personal e íntimo de su vida.

Esta idea del secreto representa la reserva del ensueño de su intimidad, es decir, el espíritu.

Las paredes pálidas tienen impregnadas las sombras de su delgada silueta bailando varios ritmos, y el caminar pausado mientras dictaba con gran entusiasmo alguna receta de cocina por teléfono.  Los muros conservan el eco de las discusiones que tuvo en algún momento determinado de su vida, y el techo de su recámara abraza el espejismo de su mirada de insomnio y sus noches de fantasía y pasión.

Las puertas de madera de la alacena tienen olor a albahaca y jengibre, y la estufa fuma en las noches  el vapor  de la olla Express.

El inmenso espejo del baño aun se deleita con el arrugado cuerpo, que sigue conservando la elegancia de su juventud y, vive enamorado de ella. Su pequeño sillón color azul tormenta, conoce perfectamente sus estados de ánimo, sus lágrimas, sus frustraciones y fotografías que hojea cada primer lunes de mes.

La pequeña silla color menta recuerda todas las historias de ciencia ficción, los poemas y algún libro erótico que la hacían desvanecerse. La mesita que hace juego con la silla, tiene ahora alma de café y cacao derramado en varias ocasiones por no calcular el largo de su brazo. Y aquella taza con “look” floreado, contorno dorado, descalza y rota,  ahora descansa en una vitrina de cristal en lo más alto de la cima, como una majestuosa reina.

Las ventanas son pequeños huecos que le permiten a Ella una conexión sensorial e intelectual con el inmenso universo. Tiene la manía de despertarse junto con el alba y contemplar el amanecer hasta hacer una fusión poética de colores.  Después se prepara una taza de té verde y la bebe tranquilamente al borde de su cama chimuela, que la ha acompañado desde hace cincuenta y dos años.  Sus resortes rotos logran una sinfonía un poco tediosa al momento de recostarse.

El piso azulejado se ha quedado sordo por los golpeteos de los tacones favoritos de Ella, y las raíces del suelo suben invisibles para curiosear lo que pasa adentro.

La nostalgia se desliza por las paredes, las lágrimas brotan de la pequeña fuente  del patio y la melancolía envuelve a las plantas descoloridas por tantos años de sol.

Ella sólo suspira, su casa es su madre, su protección, su confidente, su imagen, su perfume, su compañera de pensamientos, recuerdos y sueños.  Su poesía…

Si me preguntan cuál es el

principal beneficio de la casa,

debería decir:

La casa alberga

a quien sueña despierto;

la casa protege al soñador;

la casa le permite a uno

soñar en paz”

– Gaston Bachelard

Cucus