¿Cuándo debemos acudir a terapia de pareja?
Por: Alejandro González Soria
Psicólogo clínico y psicoterapeuta psicoanalista
Cuando problemas derivados de la rutina, los celos, las dificultades económicas o la falta de comunicación ponen en peligro el compromiso entre dos personas, las terapias de pareja se presentan como un camino que les puede ayudar a salvar su relación. En otras ocasiones la convivencia se hace inviable y se opta por la separación; también entonces la pareja acude al terapeuta para buscar una solución de una forma “civilizada”, con el objetivo de no dañarnos o violentarnos como personas. La labor del psicólogo consiste en enseñar a las dos partes ciertas habilidades, sobre todo de “reducción de conflictos”.
La terapia de pareja, una responsabilidad compartida.
Ya no se mira con malos ojos el hecho de consultar a un terapeuta para afrontar las crisis que surgen en una relación. Podría decirse que se tiende a normalizar el uso del psicólogo o terapeuta. Que un matrimonio o dos personas que mantienen una convivencia estable recurran a este tipo de terapias de pareja significa, por regla general, que existen problemas que afectan a su propia relación, sin que ello presuponga la existencia de un fuerte conflicto sexual o afectivo.
¿Cuándo debe una pareja plantearse ir a terapia?
Una pareja que acude a la consulta, generalmente vienen arrastrando conflictos añejos, en ocasiones estamos hablando de años de insatisfacción o frustración.
Acuden a terapia parejas quien quiere darse “otra oportunidad” con un claro afán de recuperar una buena relación.
Algunos de los problemas que con mayor frecuencia que provocan las desavenencias conyugales, y nos llevan a buscar ayuda son:
- Dedicar demasiado tiempo al trabajo. Si la pareja no encuentra un espacio de tiempo para el ocio, para inventar nuevas formas de diversión para cada etapa de la vida, para compartir sus experiencias, etcétera, la relación se vuelve más vulnerable. Es importante la calidad del tiempo compartido, pero también no te olvides de la cantidad.
- El reparto de las tareas del hogar. La falta de implicación por parte del hombre se traduce como el poco apoyo de él hacia ella, y esto lo podemos traducir en devaluación hacia la mujer.
- Diferencias en el estatus laboral. Los hombres no suelen aceptar bien que su pareja tenga un nivel económico y profesional superior al suyo, lo que en muchas ocasiones se traduce en una lucha de poder.
- Los asuntos económicos. “Las penas con pan son menos”, pero a veces no es tan importante cuánto dinero se tiene sino en qué se gasta. Es decir, si las dos personas están de acuerdo en cómo administrar su economía, es importante también resaltar qué tanto sabemos de la economía de nuestra pareja, eso demuestra la calidad en la comunicación y la confianza en la relación.
- Las familias políticas. No saber poner límites a la familia de origen o mantener una relación descompensada con una de las familias puede originar graves desencuentros.
- Problemas de salud. Pese a la gravedad que enfermedades como la depresión o las adicciones puedan interferir en las relaciones de pareja, no suelen ser los determinantes más habituales de las rupturas, lo que genera las rupturas son la serie de abusos y agresiones que genera la conducta adictiva, y en el caso de la salud, me refiero a la poca integración y conocimiento del padecimiento de mi pareja.
- Problemas de convivencia. Suelen ponerse de manifiesto en vacaciones. “La cercanía es como una lente de aumento, pone todo en evidencia. Si lo que hay entre dos personas es positivo, también aflora”, y también esto es palpable cuando pasan tiempo a solas y cuando ponen en practica la comunicación centrada en la pareja.
- Falta de comunicación. Es a la vez causa y efecto de una mala relación de pareja.
- Problemas sexuales. “Las relaciones sexuales son la expresión de la intimidad”. Los problemas sexuales pueden ser el origen del conflicto, por ejemplo una disfunción como la “expresión de una relación negativa”, es decir, la consecuencia de una mala relación.
- La infidelidad. El descubrimiento de que existe otra relación amorosa desencadena una crisis en la pareja.
- La violencia doméstica. Es fuente de muy graves conflictos familiares y de pareja.
Por otro lado, también hay fases en la vida de una pareja en la que existe mayor propensión a que surja una crisis:
- El fin de la “luna de miel”. La etapa de “luna de miel” dura 9 meses en el caso de los novios que no han convivido antes. Durante ese tiempo todo es nuevo y ambos disfrutan de la novedad, las compras son divertidas y lo estrenan todo. Luego comienzan a surgir los diferentes puntos de vista y las dificultades de la convivencia.
- La llegada del primer hijo. Si cuando el niño cumple 2 años la pareja no ha sabido negociar quién se hace cargo de cada tarea y no ha encontrado el modo de poder mantener la viva la relación, comienzan a aparecer los conflictos.
- La llegada del segundo hijo. Agrava los problemas que ya leíste anteriormente.
- Cuando los hijos se independizan y abandonan el hogar. La pareja recupera la intimidad y si no maneja ciertas habilidades se manifestarán los problemas de convivencia latentes.
Consejos para mejorar la convivencia
Uno de los secretos para mantener una buena relación, es que las dos personas que integran la pareja sepan hacerse mutuamente la existencia más agradable.
¿Cómo puede conseguirse?
- Las parejas que se llevan bien son las que son capaces de reducir el conflicto mutuo. Los mecanismos son muy variados y pueden basarse en el humor, en restar importancia a ciertos asuntos, etc. Hay parejas estables que se pelean mucho pero que duran porque saben responder con ciertos mecanismos de reducción de conflictos y a su vez enfrentan la conflictiva de manera directa, es decir no dejan todo en el olvido.
- Una relación tiene mucho de intercambio, por ello es muy importante saber negociar. Todo acaba sopesándose, desde el cariño que cada uno da al otro hasta el dinero que gana.
- Es muy beneficioso incrementar el número de intercambios positivos, se trata de no descuidar pequeños detalles, como el beso de buenos días o buscar algún hueco para estar sin los niños. La relación sexual ocupa aquí un lugar importante.
- El otro debe conocer todo aquello que queramos comunicarle, y no te olvides que hay que asumir la responsabilidad de lo que se dice.
- Conocer a la otra persona para poder compartir sentimientos, compartir gustos y necesidades. Llegar a intimar es una garantía de calidad para una relación que también tiene su riesgo, ya que podría suceder que al conocer mejor al otro deje de gustarnos su manera de ser.
- Cultivar la amistad con aquella persona con quien se convive facilita la solución de los problemas, no olvides que al final de cuentas todo inicio en una bonita amistad, concepto que se va perdiendo con la monotonía y el no vernos con respeto.
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