En busca de platos perdidos El Teul 2a parte
El viandante viaja por adquirir cultura mientras se divierte y goza con el conocimiento de otras tierras
Nos cuentan que por tradición la Plaza de Abajo ha sido el lugar de los tianguis domingueros, con vendimia abundante y variada. A un lado el enorme edificio del Mercado Municipal donde además de ofrecer los productos del tiempo todo el año se come bien y bueno.
No ha de pasar el viandante por los pueblos como borrasca de primavera ni ventisca de otoño. Ha de buscarle su modo y figura hablando con sus gentes y leyendo sus libros, que ahí y sólo ahí se encontrará su historia y su presente.
EL PUEBLO
Un par de horas nos llevó a la calle de acceso a una bien trazada población con escaso tráfico vehicular, y como ya dijimos, poco peatonal. Llegamos al centro urbano y nos impresionó el jardín municipal que como sus calles del Centro Histórico; “En veces blanquean de azahar y en veces amarillean de naranjas…” Pero no todo es color; el perfume de las flores del naranjo inunda el entorno y contribuye en el estado de ánimo del paseante.
Una atenta y amable dama atiende un puesto de información turística frente al quiosco de estilo porfiriano, y mientras nos obsequia folletos y hojas impresas con información, no cesa de explicar con ademanes, ojos vivaces y un entusiasmo que convence, tal que pareciese ser la dueña del pueblo.
El calor comienza a calar y urge un refrigerio. Con sorna hago una última pregunta: -le haré una pregunta que tan vez no me pueda responder: “¿Hay cantinas en este pueblo? – ¡Claro contestó¡ Hay buenas cantinas pero les recomiendo La Colmena, es la más antigua del pueblo-. Allá acudimos para descubrir el equivalente de los pomposos clubes privados; una cantina “como las de antes”. “Las mujeres, si son turistas sí son bien recibidas en ciertas cantinas del pueblo. A nosotras las locales, nos ven feo. No es bien visto”, nos había advertido nuestra informante.
EL CENTRO HISTÓRICO
Regresando a El Teul seguiremos contando y citando, que no es posible en unas cuantas horas aspirar tantas impresiones que a galope se acumulan en la memoria. “Aquí el aire es limpio y con olor a sierra. A una altura cercana a los dos mil metros sobre el nivel del mar, se contemplan aquí llanadas que se pierden en la lejanía, tupidos bosques de roble y encino y más allá los pinares…”. (Sandoval Godoy).
“La Plaza de Abajo” nos recibió con la luminosidad y el colorido de una enorme bugambilia del tamaño de un árbol frondoso que invitaba a registrar la fotografía del recuerdo.
Nos cuentan que por tradición la Plaza de Abajo ha sido el lugar de los tianguis domingueros, con vendimia abundante y variada. A un lado el enorme edificio del Mercado Municipal donde además de ofrecer los productos del tiempo todo el año se come bien y bueno.
EL MUSEO HISTÓRICO
Una antigua casona del siglo XVIII ha sido convertida en un altar en memoria de los próceres de los principales pueblos de la región, Tlatenango de Sánchez Román y El Teul de González Ortega. En especial del General Jesús González Ortega, quien participó en la Guerra de Reforma y fuera Jefe del Ejército de Oriente a la muerte del General Ignacio Zaragoza durante la segunda intevención del ejército francés en Puebla. Reliquias familiares, fotografías del héroe militar, testimonios, libros y cosas antiguas contadas con solemnidad y conocimiento por Karla Lorena González. El visitante no puede menos que salir inmerso en historia Patria.
El viandante viaja por adquirir cultura mientras se divierte y goza con el conocimiento de otras tierras y la degustación de otras cocinas. Al hacerlo, también deja algo de lo que lleva consigo mismo. Así, tuvimos la oportunidad de entablar conctacto con el señor Ezequiel Avila, cronista de El Teul con quien esperamos mantener una providente comunicación.
GASTRONOMÍA
La gastronomía regional es típica de los pueblos que basan su economía en la agricultura y ganadería a pequeña escala, dependiendo como en todo el mundo, de la creatividad de las mujeres en la cocina y de los hombres en los campos y la labranza.
Como en muchas pueblos del Occidente de México, aún perduran platos que nos llegaron de allende el mar, mismos que fueron modificados agregando aquí y quitando allá para adecuarlos a los productos de la tierra: el caldo de res o cocido, al cual no le faltaba el hueso blanco y el chambarete, la col, los garbanzos, el chayote y las hortalizas del tiempo.
El arroz colorado adornado con huevo duro rebanado o chicharitos tiernos. La sopa de fideo que con higaditos de pollo sabía mejor, y para chuparse los dedos el fideo seco perfumado con yerbabuena y dignificado con crema especita. Todo acompañado con tortillas de maíz recien saltando del comal. En ocasiones, una tortilla tostada untada con tuetano salpicada con sal gruesa de mar.
“Si andamos en cuaresma, hay que hacer honor a las comidas características de este tiempo, donde se refleja el espiritu austero: un caldillo de habas o de lenteja, con el desquite luego de unas tortas de camarón, en un cárdeno y espeso caldo de chile pasilla, o unos nopalitos en mole, y desde luego la suculenta, aromada y empalagosa capirotada, con sus pasas, piloncillo, canela, vainilla, espolvoreada arriba con un baño de grajeas de colores”.
“El pozole, las enchiladas, los picones de huevo y el champurrado. El arroz con leche y en los tiempos de cosecha las tacachotas o tacazotas, que de los dos modos se les llama a unas gorditas de maíz tierno que rezuman esa riqueza dorada del otoño. Igual que las calabazas que se endulzan todavía más con la miel recién sacada y una porción de leche cremosa, en un batidillo delicioso que recibe el nombre familiar de “talisnole”. (Luís Sandoval Godoy)
Entre los productos emblematicos se encuentran: De lácteos se obtiene y son populares los pajaretes <leche recién ordeñada con aguadiente>, los quesos al estilo adobera <algunos enchilados por fuera>, la panela, el requesón y el jocoque.
De maíz: las gorditas de arriero, gorditas de horno en hoja de roble, el atole gordo, los tamales, el ponteduro, el pinole y el tejuino.
Como en la mayoría de los pueblos del occidente de México, la birria está presente junto con otros productos cárnicos coma la asadura <platillo en base a vísceras>, y la tatema <asado de res parecido a la birria>. Un platillo festivo es el Pipián de pollo que se ofrece en bodas y comidas en fechas especiales.
Entre los dulces son populares: el camote enmielado, la capirotada, pan de elote, empanadas de leche quemada, las melcochas o charrascas. Se preparan licores artesananes de diferentes sabores y es famosa su producción de Mezcal destilado artesanalmente y muy buena calidad.
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