Cada uno tiene su propia guerra

Medicina Familiar / Dr. Marco Antonio Inda Caro / Médico de Familia

El placer momentáneo que ocasionan estas sustancias no se compensa en lo absoluto con los efectos tardíos por el abuso

Guardia de seguridad: -Doctor, a un lado de la puerta de Urgencias está un joven como de 30 años, descalzo, en pantalón de mezclilla y sin camisa, se queja y llora a la vez, golpea el piso con su mano y talones como que algo le duele mucho.

-Sí, ya lo vi, me dijo el doctor que está drogado y que no está asegurado, también me di cuenta que las personas que están alrededor viéndolo se miran y murmuran, preguntándose por qué no lo pasan adentro para revisarlo.

Se arrima una paciente de la tercera edad y me pregunta:

-¿Oiga doctor, por qué no atienden al muchacho?, ya tiene más de 1 hora a un lado de la puerta y nadie lo atiende.

-La situación es la siguiente: No tenemos el espacio adecuado, ni médicos entrenados, ni medicamentos que surtan un efecto inmediato en ese tipo de adicción que sufre esa persona, es algo que él solo supo desde un principio que probó la droga por primera vez, aunque no aparezca una leyenda de advertencia, lo único que podemos hacer es hablar a Protección Civil para que lo trasladen al centro de salud u otro hospital, que tampoco lo aceptan, en los sistemas de salud en México no tenemos ni contamos con un protocolo de atención médica a este tipo de problema de salud pública que cada día está aumentando.

Las batallas internas son lo que más afecta a las personas, el uso o negación de estas sustancias inicia desde el momento en que nos enseñan en la adolescencia lo bueno y lo malo, el límite que tenemos como personas, y la respuesta de nuestros cuerpos a cargar con esta adicción que corrompe todo el organismo.

-Quédate a un lado de él y vigílalo, hay que esperar a que venga Protección Civil y lo lleve a otro hospital.

Tres horas después llega Protección Civil, el paciente ya estaba sentado, era un hombre adulto actuando como un niño de preescolar, llorando, balbuceando, con el borde de los parpados rojos de tanto llorar, sudoroso, su cuerpo, poco a poco retoma esa homeostasia (es una propiedad de los organismos que consiste en mantener una condición interna estable y equilibrada compensando los cambios en su entorno mediante el intercambio regulado de materia y energía con el exterior).

Nuestro cuerpo no está regulado para el uso y abuso de estas sustancias, el placer momentáneo que ocasionan estas sustancias no se compensa en lo absoluto con los efectos tardíos por el abuso, ocasionan euforia, psicosis, una sensación de alivio temporal en el sentido que todo se te olvida, desconectando el ser consiente al inconsciente, perpetuando un placer que dura unos minutos donde el ánimo y el pensamiento se separan prevaleciendo la irracionalidad, la desmesura y la incongruencia secundario a la atrofia cerebral que ocasiona el abuso.

-Doc, el paciente sólo se levantó y se fue, no supo lo que hizo, ni cómo llegó, duró como cuatro horas en las nubes.