Dale la oportunidad a tu empresa de que trabaje por ti

Empresa Familiar / Por C.P.C. y M.I. José Mario Rizo Rivas

El desgaste que sufrimos por echar a andar el negocio debe parar en algún momento

El exceso de trabajo puede afectar considerablemente la calidad de vida de un emprendedor y, por ende, la calidad de la empresa y su capacidad para atraer y retener talentos.

“Nunca emprendas para ganar dinero simplemente. Si esta es tu motivación, mejor no lo hagas”: Richard Branson

Muchas personas perciben que un emprendedor es alguien que nunca deja de trabajar, un personaje cuyo día siempre comienza antes de que salga el sol, pero que rara vez tiene hora de salida. Si bien, este sacrificado estilo de vida puede ser un “mal necesario” para lograr el arranque y crecimiento del negocio, el ritmo trepidante que caracteriza al emprendedor no es un fin en sí mismo.

Todos los que tenemos experiencia al frente de un negocio, sabemos que esta es una etapa por la que hay que pasar… y también, que este es un ritmo al que también resulta difícil renunciar.

Permítanme compartir la siguiente fábula que leí hace unos días en internet para ilustrar mi punto: “Un día, un niño descubrió un recipiente lleno de dulces, así que decidió tomar algunos. El niño metió la mano al recipiente, agarró todos los que pudo con su puño y, cuando trató de sacarla, no pudo, pues su mano llena de dulces era más grande que el cuello de la botella. Cuando uno de sus amigos lo vio batallando para sacar la mano del recipiente, le aconsejó que tomara solo la mitad de los dulces, así su puño sería más pequeño y cabría por el cuello de la botella”.

Haz que el dinero trabaje por ti

¿Cuál es la moraleja que yo obtengo de esta narración? Los dulces son las riquezas y, a veces, por querer obtener demasiado en muy poco tiempo, nos quedamos atorados. Es mejor, como hizo el niño, tomar menos dulces cada vez para no lastimarnos la mano. El desgaste que sufrimos por echar a andar el negocio debe parar en algún momento. No debemos trabajar para el negocio toda la vida; cuando el negocio esté listo, este debe trabajar para nosotros. ¿Suena familiar? Es porque estoy repitiendo, palabras más, palabras menos, lo que dice la tercera regla de John D. Rockefeller, “Haz que el dinero trabaje por ti”.

La idea detrás de esta regla es sencilla: debemos trabajar para obtener una fuente de ingresos pasivos que nos permita ganar dinero sin tener que trabajar al tope de nuestra capacidad constantemente. Para lograr que el dinero trabaje para nosotros se necesitan estrategias de inversión que generen ganancias a largo plazo. Al invertir en el mercado de valores o en bienes raíces, por ejemplo, podemos obtener ingresos pasivos que nos permitan reducir el tiempo que dedicamos al trabajo.

Con la empresa familiar es similar. Tal vez Rockefeller no lo dijo así, literalmente, pero la analogía es obvia: en algún momento hay que delegar la operación. Dedicar menos horas al trabajo, pero hacer que esas horas valgan mucho más- Cuando el empresario familiar puede delegar responsabilidades, entonces puede concentrarse en actividades clave para permitir el crecimiento exponencial, escalable, algo impensable durante los primeros años de un emprendimiento.

¿Y qué pasa si no delegamos? El exceso de trabajo puede afectar considerablemente la calidad de vida de un emprendedor y, por ende, la calidad de la empresa y su capacidad para atraer y retener talentos. Aquí es imperativo explicar algo que puede sonar obvio en teoría, pero no en la práctica: para que una empresa familiar funcione sin depender de su fundador, es crucial Invertir en los colaboradores, automatización y en tecnología. Hay que trabajar para brindar un espacio de crecimiento y desarrollo profesional y personal, ofreciendo capacitación continua, calidad de vida y prestaciones. Sin esto, resultará imposible delegar responsabilidades. El buen liderazgo consiste en enseñar a la gente normal a hacer el trabajo de personas superiores.

La tercera regla de Rockefeller nos enseña la importancia de hacer que nuestro dinero y nuestros recursos (y entre ellos yo incluyo a la empresa familiar), trabajen para nosotros y no al revés. La inversión en estrategias que generen ingresos pasivos a largo plazo, así como la mentalidad de ahorro y la comprensión clara de las finanzas personales y empresariales, son fundamentales para lograr la libertad financiera, pero no solo eso: permitir que el negocio crezca, que “cumpla la mayoría de edad” y que sea independiente del fundador, invirtiendo en el talento humano, es crucial para reducir la cantidad de tiempo que se dedica al trabajo y mejorar la calidad de vida del emprendedor, de su equipo y de su empresa. “No trabajes por el dinero, deja que el dinero trabaje por ti.” Robert Kiyosaki