Volar junto a tu adolescente

Cada etapa del desarrollo tiene sus dificultades, pero la adolescencia se puede convertir en la mejor oportunidad para ser mejores personas, mejores padres

Tere Manzano

Psicóloga

En algún lugar leí una frase que decía: “Lo que tú buscas, te está buscando.”

Francamente creo que así sucede, por lo menos en mi vida sí, en esta ocasión llegó a mí un libro que yo necesitaba leer.

Te contaré, estaba en una de esas etapas en las que me centraba en renegar por la rebeldía y los reproches de mi hija adolescente, cuando llegó a mis manos el libro “Deja volar a tu adolescente” del autor Francisco Fernández. Parecía que ese libro había sido escrito para mí, también para todos los padres de adolescentes que de pronto dudan de si están realizando correctamente su labor y esta duda les causa conflicto. Si tú eres uno de esos padres, sabiendo que tal vez no tengas tanto tiempo disponible para leer el libro, te comentaré un poco de lo que trata, esperando que un día de estos hagas un espacio en tu ocupada agenda, y te sumerjas en esta valiosa lectura.

Deja volar a tu adolescente habla de la actitud que generalmente tomamos los padres hacia los hijos adolescentes, asumiendo de antemano que es la peor etapa de crianza de los menores, llevándonos este prejuicio a complicar la vivencia de cambios de nuestros adolescentes.

Plantea que todos estamos en proceso de edificación, tanto nosotros como nuestros hijos, si queremos vivir la adolescencia de nuestros hijos de manera positiva, requerimos deseos de aprender, sensibilidad, voluntad, inteligencia y empatía. Buscar que tanto el adolescente, como nosotros los padres, logremos ser lo más felices posible. 

Contradice la idea de que para ser un buen padre es necesario olvidarse de sí mismos, y la idea de que la adolescencia es un problema grande o de que los adolescentes son personas difíciles. Apuesta a que la experiencia de convivir con adolescentes no debe ser una tragedia, dándole mayor peso a nuestra actitud.

Le da gran importancia al hecho de que, aunque los hijos son parte importante en la vida, no son lo único, pues nosotros también somos importantes, antes de ser padres somos personas, debemos crecer como personas, pues si nosotros no crecemos, no podemos enseñar a nuestros hijos a crecer. Crecer se traduce a darnos tiempo para descansar, para aprender, para divertirnos, para sentir, darnos el derecho a equivocarnos, a estar tristes, a tener miedo, a ignorar cosas, a ser vulnerables.

La adolescencia se convierte en un proceso complicado porque no sabemos comunicarnos, se nos dificulta escuchar, suponemos que la otra persona adivina lo que nosotros necesitamos, y también suponemos que nosotros adivinamos lo que los otros piensan. Nuestra relación con nuestros hijos podría ser mucho más amena si supiéramos escuchar y hablar de nosotros, de lo que sentimos y necesitamos.

Para que nuestro adolescente y nuestra relación con él sea favorable, es necesario transmitirle que ambos padres nos apoyamos en la toma de decisiones con respecto a su persona, necesitamos comprenderlo, conocer los cambios por los que atraviesa, no tratarlo como adulto, aunque lo parezca, verlo y apreciarlo por lo que es y no por lo que le falta, darle permiso de buscar su propia identidad, ponerle limites, darle confianza, aceptarlo y amarlo incondicionalmente.

Además de saber escucharlo, compartir actividades interesantes para él, recordar nuestra propia adolescencia, lograr un sano equilibrio entre exigencia y libertad, fomentar su autoconfianza, hacerlo responsable de acuerdo a su edad, darle palabras de aprecio, crear vínculos fuertes, respetar su intimidad, construir reglas juntos, cuando muestre mayor responsabilidad, otorgarle mayores derechos y libertades.

En pocas palabras, irlo preparando para volar solo, y por lo pronto, mientras lo preparamos, disfrutar el trayecto y crecer juntos.

Cada etapa del desarrollo tiene sus dificultades, pero la adolescencia se puede convertir en la mejor oportunidad para ser mejores personas, mejores padres y madres, para lograrlo se necesita deseo de hacerlo y conocimiento del proceso por el cual atraviesan nuestros hijos, también conocimiento propio.

 Así que, si eres padre o madre de adolescentes, vive dignamente esta etapa, pon tu esfuerzo y actitud, disfruta la oportunidad de crecer junto con tus hijos, porque pronto volarán con sus propias alas.

Recuerda que la vida es bella. ¡Hasta la próxima!