Vacaciones psicológicas

Educación y parentalidad / Dr. Jesús Cabral Araiza

Es totalmente válido darse unas “vacaciones psicológicas”

“La clave para tener éxito es hacer de tu vocación, tus vacaciones”.

Mark Twain.

Los retos y desafíos de la vida cotidiana nos abruman a todos por igual; sin embargo, no todos reaccionamos de la misma manera. ¿A qué se debe esto? A continuación, algunas ideas y opiniones que quizás le sean de utilidad, amable lector.

Iniciemos por considerar algunos aspectos que son muy particulares en cada persona. Comencemos por su psicología, la cual se ha moldeado con base en un sinfín de factores: entre ellos, el desarrollo que ha tenido junto —o no— a sus progenitores, las diversas estimulaciones que en su primera infancia le permitieron comprender el mundo, y sus interacciones con los demás.

También influyen la alimentación y la cercanía con el deporte como producto del ejemplo parental. A esto se suman la condición médica orgánica desde el nacimiento y los factores biológicos y genéticos, que sin duda determinan otra parte importante del individuo. Igualmente, la cultura de su grupo de referencia y la forma en que esta ha modelado su cosmovisión.

De la misma manera, es determinante la forma en que ha aprendido —de sus padres o tutores— a afrontar los retos de la vida, ya que ese es el primer aprendizaje fundamental para interpretar las alternativas ante dichos desafíos.

Así, cada uno de nosotros tiene una manera muy personal de ser y de asumir la vida. Ahora bien, muchas de esas formas funcionan como ejercicios de entrenamiento: nos preparan para ser más eficientes al fortalecer nuestro carácter y nuestra estructura psíquica, y así mostrar una forma eficaz —o no— de superar las dificultades cotidianas.

Sin embargo, también existen situaciones extraordinarias que sobrepasan la capacidad funcional de respuesta de las personas, incluso si ya han aprendido a enfrentar experiencias similares. En estos casos, influyen también la edad y el desgaste emocional acumulado ante conflictos repetitivos.

La motivación y la forma de responder de cada persona no son constantes a lo largo del tiempo. Lo que antes se toleraba o se afrontaba con energía, con los años puede no despertar la misma reacción.

Por ello, y quizá ante la duda de algunos de ustedes, les planteo lo siguiente: es totalmente válido darse unas “vacaciones psicológicas”. Retírese momentáneamente de esos retos; mírelos desde fuera, pregunte a otros qué harían ellos, consulte con la almohada, repiense las cosas con calma, haga un viaje, visite amigos, cambie su rutina, lea libros de orientación o explore nuevas estrategias que le permitan observar el problema desde otro paradigma.

No escuche siempre a las mismas personas; converse con alguien que ya haya “pasado por ahí”. Esté seguro de que los retos tienen múltiples soluciones y diversas formas de afrontarlos. Incluso, permítase pecar de optimismo y confiar en sus propias capacidades. Y si es necesario, desarrolle otras nuevas. No se estanque en la autocompasión: sepa que, mientras hay vida, existen caminos para encontrar soluciones.

Espero que estas líneas le sean de ayuda. Gracias por leerlas.