Urbanización con responsabilidad
En los últimos años hemos sido testigos de prácticas abusivas en Puerto Vallarta y la región por la sutil pero efectiva imposición de una mentalidad extractiva que ha sentado sus reales y se materializa en la dimensión política, social y empresarial.
Bajo estas prácticas, los bienes comunes como la naturaleza, el paisaje y la identidad ceden ante la visión mercantil de la ciudad ejecutada por pocos, pero hábiles personajes que han capitalizado para su provecho las potencialidades de la comunidad.
Ello se puede percibir en sitios emblemáticos como la Zona Romántica, en donde las autoridades municipales permitieron la modificación a conveniencia de las normas de control para la edificación contenidas en los planes urbanísticos. Con ello, el número de unidades departamentales se quintuplicó, al pasar de 200 posibles a casi mil. Y dado que la plusvalía obtenida por estos emprendimientos fue capturada por los inversionistas privados, se dejó pasar la oportunidad para que la hacienda municipal ingresara recursos fiscales cercanos a los 200 millones de pesos, cantidad muy necesaria para hacer frente a los requerimientos de rehabilitar en la infraestructura de drenaje, por ejemplo.
Y aunque es un secreto a voces la puesta en operación de una estructura para autorizar lo imposible, en redes sociales ha estado circulando información sobre los personajes y modus operandi de estos esquemas ilegales de “urbanismo a la carta”.
Es particularmente doloroso que estos personajes busquen su propio interés en vez de procurar reducir la brecha de la desigualdad que crece todos los días; mientras hay zonas de nuestro municipio donde se vive mejor que en Primer Mundo (las menores), en muchas más la nota predominante son las carencias. Parafraseando a Alfredo César Dachary, emergen “islas de riqueza en mares de pobreza”.
Estas marcadas desigualdades en la forma de hacer ciudad nos están cobrando la factura, por lo que estamos invitados a transformar el modelo de explotación territorial y urbana con que nos entrenaron durante tanto tiempo para transformarlo en otro, más creativo y cercano a las necesidades comunitarias.
Afortunadamente cada día hay más conciencia colectiva acerca de la necesidad estratégica para que el desarrollo urbano y la habilitación de infraestructura de calidad se constituyan en las palancas para construir prosperidad comunitaria, facilitando la reducción de inequidades en la región.
De esta manera, los procesos de urbanización deben garantizar el acceso universal a los bienes naturales y públicos, estableciendo metas y objetivos que requieren una atención específica, pudiendo innovarse en dinámicas como la metropolización, el aprovechamiento del potencial de lotes baldíos (vacantes), la habilitación de mecanismos compensatorios o la regularización de asentamientos informales.
Por lo que respecta a la infraestructura pública, se puede redistribuir la inversión con un compromiso social privilegiando a las colonias menos favorecidas y con menores ingresos, garantizando el acceso a los servicios básicos con calidad y eficacia, mediante la puesta en operación de espacios públicos renovados, sistemas de transporte público, nodos de cultura y deporte.
De lograrlo, Puerto Vallarta puede aportar en el establecimiento de una urbanización adecuada, promovida por las Naciones Unidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.