Una felicidad desbordante

Consejos de una Abuelita Moderna

Por un México Mejor

Mientras jugaban muy felices tres divinos angelitos en el cielo, de pronto cuando vieron que el ángel de la alegría y felicidad, se quedó con la boca abierta observando la tierra, detuvieron sus juegos para ver cómo una señora golpeaba muy enojada a un perro que pasaba frente a su casa, dejándole de nuevo en su banqueta las huellas de sus patas llenas de lodo ante la mirada absorta de un hermoso niño sin pelo que caminaba en dirección contraria al perro, gritando desde lo más profundo de su ser:

-¡No!, por favor, ¡deje de golpear a ese pobre animalito!

La señora enojada le dijo:

-¿Quién eres tú para pedirme, tal cosa, no has visto que con mucho esfuerzo, acabo de limpiar frente de mi casa?… ese perro mugroso, no me entiende, que eso no lo debe hacer en mi banqueta…

El ángel del amor le dijo algo al oído al niño, y la criatura, llenándose de valor, continuó:

-Señora, ¿cómo quiere que ese animalito la obedezca, si  permite que sus propios hijos que son tan inteligentes…, he visto con mucho dolor, cómo la tratan y le gritan a usted que es su propia madre?… por eso me he quedado callado ante esa clase de infamias, sólo por el miedo de que enojados a mí me lastimen, pero… creo que ya sea tiempo de que usted con mucho amor, hable con ellos, porque quien no respeta ni a sus propios padres… ¿qué será de ellos cuando se conviertan en hombres?… cuando era niña… ¿sus papás permitían que les contestara de esa forma?

Y se le llenaron de lágrimas sus ojos, al darse cuenta que el niño era su vecino que vivía a tres casas de la suya y avergonzada lo miró, diciéndole:

-Claro que no mi amor, a mí mis padres al igual que los tuyos, me amaban muchísimo y me enseñaron que el respeto es la base de una buena convivencia entre todos los seres humanos, pero ellos murieron cuando era una niña y como veía que nadie se quería hacerse cargo de mí y hablaron de meterme a un hospicio, cuando no se dieron cuenta… hui sin hacer ruido y jamás regresé a mi casa… no tienes idea de cómo es la vida sin el amor de tus padres y del vivir sin ninguna protección en la calle.

El niño, con una ternura infinita, abrazó el torso de la señora, diciéndole:

-No llores señora, porque yo te amo mucho, yo sé que te sientes muy sola, pero no sabía cómo decírtelo… siempre estás trabajando para tus hijitos, y no es justo que ellos te traten así, porque entre más tiempo pasa…, menos tiempo tienes para jugar con tus hijitos, ellos serán mayores y menos podrás con ellos… si quieres hablaré con mi mami, que es psicóloga, para que les dé muy buenos consejos y aprendan a amarte, a respetarte, como tú lo mereces, y entre todos juguemos a cuidar a esos perritos de la calle, que también están faltos de mucho amor.

La señora se limpió las lágrimas y le dio un beso muy cariñoso al niño, y el ángel de la paz, se puso muy feliz al ver que el niño con mucho amor, corrió a su hogar para contarle todo lo sucedido a su maravillosa mamá.

En cuanto pudo, la mamá del maravilloso niño fue a presentarse con la señora y no había pasado mucho tiempo, cuando los hijos de la señora cambiaron de actitud.

En homenaje a todos mis ángeles terrenales del grupo CANICA

Cariñosamente Ana I.