Todos somos parte de la vida
Por: Humberto Famanía Ortega
Se dice que un amor de la coacción o del interés, o de la simple satisfacción de una necesidad, no merece ser llamado amor. El amor no se cobra ni se compra. El amor dichoso, sólo existe entre personas que disponen libremente de ellas mismas para entregarse al otro.
Quise iniciar con esta reflexión porque es muy importante hacer una pausa en nuestra vida, porque los egoísmos y los miedos nos hacen ser prisioneros, por lo tanto, nos hacen tener resentimientos que se alimentan de una forma alarmante en nuestras vidas, contra todo lo que no es de nuestro agrado y esto nos impide ser libres.
Alguna vez hemos pensado que por el simple hecho nuestra falta de libertad proviene de nuestra falta de amor; quien no sabe amar siempre se sentirá en desventaja. Evoquemos a nuestra niñez para analizar de una manera real nuestros orígenes, para que de forma sincera logremos ver desde un principio qué fue lo más importante en esa época de la vida. Muchas de las veces las frustraciones desde esa perspectiva, si no se corrigen, siguen lacerando nuestra existencia. Aceptar las limitaciones personales de una manera sincera nos hace trascender por senderos de luz.
Debemos saber que nuestra incapacidad de amar proviene principalmente por nuestra falta de Fe y Esperanza. Ante los momentos difíciles o la propia adversidad, estos dos elementos antes descritos, son la fuerza que nos hace salir adelante.
Una de las condiciones necesarias para permitir que la gracia de Dios fecunde nuestros corazones, es decir SÍ a lo que somos y a nuestras circunstancias, porque a fin de cuentas el Creador nos da lo que nosotros deseamos, simplemente, ni más ni menos. Por eso debemos de vivir la aceptación de nuestras limitaciones pero sin consentir resignarnos a la mediocridad.
Para poder seguir siempre adelante ante los embates del tiempo, ya sea en enfermedades, problemas económicos, situaciones de depresión, o bien, desengaños, debemos tener la aceptación de un sufrimiento, ya que este lo hace mucho más soportable que la crispación del rechazo. Dicen los teólogos, que los sufrimientos no aceptados son las cruces que nosotros nos hacemos y nos llenan de resentimientos, por eso en la adhesión al dolor encontramos la fuerza necesaria para lograr caminar por la vida bajo lineamientos que nos hagan crecer y nos hace humildes, mansos y compasivos.
Empecemos por nosotros mismos
Es necesario estimados lectores, si queremos lograr paz y bienestar en nuestras familias y en nuestras comunidades; si el cambio lo realizamos nosotros mismos; reconociendo que la tolerancia y el respeto son factores importantes para nuestra convivencia y para nuestra superación. Todo esto hará que caminemos hacia una forma de vida fraterna y armoniosa, en donde la conjunción de esfuerzos logre el equilibrio necesario para garantizar nuestra supervivencia. Son los tiempos de unidad, repitiendo que el Amor es la Fuerza del Universo.
Debemos empezar en nuestros hogares, enseñando a nuestros hijos a hacer buen uso del tiempo de acuerdo a cada miembro, por eso durante la niñez es importante participar con ellos en el juego incluyendo a toda la familia. Durante la adolescencia los jóvenes deberán aprender a organizar su tiempo, jugando un papel importante los padres ayudándose el uno al otro. Importante la comunicación familiar, esta se derivará en la expansión con la propia sociedad, ya que esta es la base. Vivir en el presente es la única realidad, no en el pasado que ya se fue o en el futuro que no sabemos lo que traerá.
Valora tu tiempo distinguido amigo, es necesaria su dedicación para lograr la educación integral de todos los hombres y mujeres, para que se inicien en el proceso permanente en el que todo ser humano desarrolla con armonía todas sus potencialidades logrando su realización plena y por ende beneficiando a la sociedad.
Como acicate es necesario que nunca dejemos de educarnos, solo así facilitaremos la obtención de múltiples beneficios que nos hagan superarnos. Reafirmo que la substancia de la que está hecha la vida es el propio tiempo, por eso nunca lo desperdiciemos por ello es que tiene un valor moral.
Cada mañana, al abrir nuestros ojos, recibimos otra oportunidad para cambiar lo que no te gusta y para mejorar nuestra vida. La responsabilidad es de cada uno, la felicidad depende de cada uno de nosotros.